Duo
[🎧] And I'm Here - Kim Kyung Hee
Se conocieron a la temprana edad de quince años. Iniciando su primer contacto de forma un poco extraña.
El peliverde sufría bullying por parte de sus compañeros. Kai Chisaki era el principal violentador hacia él. Humillarlo, golpearlo, amenazarlo e incluso robarle. Cada cosa hacía que el menor fuera apagando su sonrisa. Hasta ese día.
Era alto, delgado pero fuerte, usaba guantes blancos en ambas manos y una mascarilla negra. Sus ojos ámbar resplandecían con malicia.
El castaño como habitualmente hacía, esperaba al pecoso en la entrada para sacarle el dinero o almuerzo del día.
— Hola Deku... Será mejor que mi comida esté buena. — dijo sin mantener contacto con él.
— C-chisaki... — retrocedió un paso. Apretando las correas de su mochila amarilla.
— ¿Cómo está Shimura? Hace tiempo no veo al bastardo de tu hermano. — Habló uno de los seguidores de Chisaki. Tomando a Izuku del brazo y logrando que temblara.
— Dame la comida. Ahora. — demandó el mayor.
Pero en cuanto tomó su mochila para entregarle su almuerzo. Una mano lo detuvo a seguir. Consiguiendo alzar la mirada con temor hasta que vio unos ojos rojos.
— ¿Qué mierda creen que hacen?
— A ti que te importa... sigue tu camino imbécil! — Habló uno de los que estaban más cercano al castaño.
El contrario solo endureció su mirada y con el puño derecho le soltó un golpe directo en la cara al chico que mantenía agarrado al peliverde. Lo soltó dejándolo libre, el menor tomó fuerte su mochila contra el pecho y se pasó a la espalda del que lo defendió.
Estando atrás, pudo ver qué a pesar de estar en su rango de edad, no estaba nada débil, al parecer sus músculos se empezaban a formar, tenía el cabello rubio cenizo y un rostro penetrante.
— ¿Quién mierda te crees como para interferir? — Chisaki habló con rabia cuando vio a su juguete con otro tipo.
— Vuelven a ponerle un dedo encima a este nerd, y se las verán con el gran Bakugo Katsuki. — Tomó del brazo a Izuku poniéndolo a su lado y empezaron a caminar. — Les romperé los huesos si están a tan solo cinco metros de él.
Y se marcharon dejando a un grupo de chicos furiosos y asustados.
~
— G-gracias... supongo... — respiró profundo, deteniéndose a mitad del pasillo llamando la atención del rubio. — Supongo que eres nuevo... ¿No?
— Eso qué importa — dijo con fastidio.
— Solo... me di cuenta por qué me defendiste. Todos solo se quedan viendo pero no dicen o hacen algo. Bueno, no es como que me importe, solo te lo digo para que no tengas problemas... Así que...
El rubio lo vio extrañado, pero al ver a su alrededor, notó miradas de desagrado. No eran para él, eran para el peliverde. Todos lo miraban desde arriba, cómo si él solo fuera basura. No entendía por qué pero le causó repulsión aquellas miradas.
Izuku agachó su mirada jugando con sus manos. — Gracias por ayudarme... P-pero sería mejor que no lo hubieras hecho... Muchas gracias... — Le sonrió y se fue.
Katsuki solo se quedó viendo la espalda del menor mientras se alejaba e intentaba hacerse pequeño.
Al perderlo de vista, miró a todos con asco y se fue.
~
[🎧]
A la hora del almuerzo, dos chicas lo detuvieron intentando llamar su atención, diciendo que podían comer juntos o algo parecido. Él solo las miró y reconoció que eran tan hipócritas, ya que eran unas de las chicas que miraron mal al peliverde y que hablaron con desprecio.
Ellas seguían hablando sin parar, así que solo siguió caminando sin importarle que estuvieran frente a él, logrando quitarlas del caminó aún si las empujó para salir. Una vez libre, solo fue a la cafetería por un sándwich, planeaba irse a comer en un lugar más privado.
Pero antes de salir, vió cómo las mismas chicas que lo detuvieron hace un momento, le tiraban la bandeja de comida al chico que salvó en la mañana.
— ¿Qué haces aquí? Deberías ir a comer al basurero — dijo una de ellas haciendo reír al resto. Estaba por ignorar eso hasta que una de las chicas lo tomó del cabello haciendo que este cayera al suelo.
— Bueno, pero no desperdicies la comida, tragatela ahí en el suelo JAJAJA — la chica lo sostenía fuerte y lo restregó en la comida tirada.
— ¿Por qué no se defiende? — Pensó el rubio. Pero se percató de que el chico lloraba y mantenía los labios apretados así como sus manos, que temblaban por la importancia.
La chica estaba por estampar con fuerza su rostro al suelo hasta que una mano la tomó, apretando con fuerza haciendo soltar al chico y chillar de dolor.
Esta levantó la mirada sorprendiéndose de ver al chico guapo de su clase.
— S-si lo que querías era golpearlo, solo me hubieras dicho... — dijo con voz melosa mientras jalaba su mano que aún no era soltada.
— ¿Golpearlo? ¿Por qué haría eso? — Dijo tranquilo y fingiendo una sonrisa.
— ¿Qué no ves? — Dijo otra de las chicas. — Te diré. Solo es un niño pobre, débil, feo y para colmo gay. — se cruzó de brazos riendo frente al peliverde.
— ¿Y?
— Como que ¿Y?... Es lo mínimo que se merece, tenemos que hacerle entender su lugar, y si de paso le quitamos lo gay, ¡Qué mejor! — dijo alzando los brazos, y dirigió su mirada a una mesa que era ocupada por un castaño — ¿O me equivoco, Kai?
— En absoluto... Deberías aventarse desde la azotea creyendo que en tu próxima vida serás una persona normal. — comentó con una mueca en sus labios.
Katsuki vió cómo el chico que seguía tirado en el piso, lloraba descontrolado. Apretó más la mano de la chica y la soltó con brusquedad. Todos lo vieron con esperanza de que humillara al menor. Pero grande fue su sorpresa al ver qué se hincó frente a él.
— Carajo, deja de llorar... — Lo tomó de las mejillas quitando con sus pulgares las lágrimas. — Levántate
— ¿Q-qué haces? — Izuku estaba nervioso, no esperaba ser salvado así por aquel chico otra vez.
— Los niños bonitos no deberían llorar, nerd. — dijo mientras lo levantaba jalando de sus brazos, aquello fue escuchado por todos sacando una que otra risa. Chisaki solo miró con asco y desagrado mientras que las chicas se enojaban.
— ¿Bonito? ¿Acaso estás ciego? — digo la joven que aún sobaba su mano.
— No. Y si quieres que te lo demuestre, bien puedo soltarte un golpe por ser tan asquerosa como la mierda.
— ¿Tan bajo caes como para querer golpear a una mujer? — dijo Chisaki mientras se levantaba de su lugar.
— Me importa poco. Porque de mujer no tiene nada. Así como no me importa golpearte a ti.
— Eres un maldito...
— Ya lo creo. Pero al menos no soy tu. No golpeo a la persona que me gusta solo para "demostrar" que no soy gay. — dijo con burla dejando a Chisaki con un sonrojo.
Katsuki tomó al menor de la mano y antes de salir de la cafetería dijo en alto — Deberías salir del clóset, idiota.
Y se fueron, dejando al castaño humillado y con miradas de desagrado en él.
~
Una vez en el baño, dejó que el peliverde se lavara la cara, mientras él lo miraba desde la entrada esperando a que terminara.
Una vez limpio miró al chico que estaba en la entrada.
— ¿Por qué?
Él solo levantó los hombros sin importancia.
— ¿Por qué me ayudas? Hubiera sido fácil para ti dejarme ahí llorando. — dijo bajando la mirada.
Katsuki frunció el ceño y se acercó al chico, tomándolo de las mejillas y apretando sin lastimar al chico.
— Ya lo dije ¿no? "Los niños bonitos no deberían llorar" — dijo mientras veía el enorme sonrojo del chico, cosa que le gustó ya que sus pecas resaltaban. Se dio la vuelta, y se detuvo antes de salir. — Vamos nerd, aún no comemos.
Y el pecoso antes de avanzar habló sin saber el rumbo que lo llevaría a su destino.
— Me... Me llamo Mi-Midoriya Izuku...
— Y yo Bakugo Katsuki. Recuérdalo.
Y ambos sonrieron.
~
Los siguientes días pasaron con la misma situación, aunque estando los dos juntos nadie los molestaba, desde esa primera vez, Katsuki siempre estuvo con el menor para cuidarlo y tal vez, solo tal vez, quedarse a su lado para siempre.
En Preparatoria, la situación de bullying había quedado atrás, Izuku se encargó de amarse y verse bien para sí mismo. Aunque también para el rubio. En el segundo año los sentimientos que tenían el uno por el otro eran desbordantes. Pues a pesar de saber cómo se sentían, no habían dado un paso. El confesarse.
Un día, Katsuki no soportó como Izuku pasaba el tiempo con el que se hacía llamar su mejor amigo, Todoroki Shoto.
Esa noche, el rubio fue a la casa del menor. Tocando la ventana y haciendo que lo dejara entrar.
Pero a pesar de haber practicado su confesión horas antes, se le olvidó por completo, tener al pecoso aún dormido frente a él, tan vulnerable lo dejó con la mente en blanco.
Lo tomó por los hombros y lo besó. Un beso corto, inesperado y delicado.
Izuku despertó de golpe al sentir los delicados labios del mayor. Poniéndolo rojo en un instante.
Katsuki al haber arruinado su plan solo atino a decir. — Sal conmigo. Sé mi pareja, Izuku.
A lo que el peliverde aún estando más rojo que un tomate movió con desesperación la cabeza afirmando. Se lanzó al otro pasando sus manos por los hombros abrazándolo con fuerza. Se acercó a su oído y susurro con vergüenza. — Ya te habías tardado, Kacchan...
En Universidad estuvieron el uno para el otro. Siendo pareja con críticas de muchas personas, siendo apoyados por otros.
Fue una etapa de descubrimiento por parte de ambos, se mudaron decidiendo vivir juntos, sus carreras eran algo pesadas pero aún así se animaban mutuamente.
Ayudaron a sus mejores amigos a tener una cita, logrando que dejarán de ser cobardes por ocultar sus sentimientos. Poco después se enteraron que Shoto fue quien propuso ser pareja a Eijiro.
Faltaba poco para la graduación, tanto Katsuki como Izuku estaban felices por seguir llendo más y más lejos.
Pero la familia Todoroki pasaba por un mal momento, aunque eso no evitó que el día en que salían de la Universidad, se sintieran felices, iniciando con una vida llena de trabajo y deudas.
Izuku era maestro de primaria. Ese día salía tarde por lo que no había muchas personas en la calle. Dirigiéndose a su casa, fue que sintió una penetrante mirada. Volteó a todos lados pero no lograba ver a alguien. Apretando el paso, llegó rápido al departamento.
Todos los días era igual, fuera la hora que fuera, siempre sentía esa mirada. Quería decirle a Katsuki pero se le veía cansado y no quería preocuparlo.
Pasaron semanas de eso. Hasta que un día, una cuadra antes de llegar a casa, su celular vibró, recibiendo un mensaje. Sacó el celular y vio que era de un número desconocido. Pero el simple mensaje de dos palabras lo hizo estar alerta.
— Te veo.
En cuanto llegó a casa, bloqueó el número. Pero todos los días le llegaba un nuevo mensaje, de diferentes números.
— Hoy te ves hermoso.
— Tus labios me tientan.
Cada mensaje lo mantenía alertado de sobremanera dejando que Katsuki empezará a sospechar. Pero no preguntó. Un día, a petición del rubio, tomaron unas pequeñas vacaciones. Relajando a los dos y olvidando sus problemas. Desde esa semana no recibió mensajes, no sentía aquella mirada sobre él. Solo eran él y Katsuki. Ahí entendió que sin él, no podría ser la persona que es.
Y tomó una decisión.
El día que regresaron a su rutina diaria. El pecoso al salir del trabajo, se dirigió a una joyería. Habló con el señor sobre un par de anillos, dejando encargado aquellas joyas, dejó el pago en su mayoría y en cuanto tuvieran su pedido, lo llamarían.
Llegó a casa y sin revisar el celular fue con el cenizo. A platicar sobre su día, a ver una película y a entregarse el uno al otro.
Una semana después, en casa con su novio aún en pijama fue que recibió una llamada.
Su pedido estaba listo.
Se levantó y fue a cambiarse. Diciéndole al cenizo que volvería pronto.
— ¿Me traerás algo? — preguntó Katsuki mientras lo abrazaba por la espalda. Repartiendo besos por su cuello.
— Kacchan... hace cosquillas... jejeje~ bien te traeré algo... — dijo volteando para besarlo con cariño.
— Con cuidado, Zuzu...
— No tardaré... Ahora vuelvo...
Y salió.
Llegó al local y pagó los anillos admirando con un brillo en sus ojos verdes sin prestar atención a su alrededor. Sin sentir aquella mirada.
Salió del lugar con la cajita negra en la bolsa de su pantalón. Iba a pasar a la tienda pensando en qué comprarle al cenizo. Sin sentir que era seguido.
Compró las cosas necesarias para un katsudon y una salsa súper picante.
Al salir de la tienda con una sonrisa, fue que sintió como alguien le tapaba la boca y lo cargaba.
Soltó sus compras intentando zafarse del agarre, pateando y golpeando, pero nada funcionaba, fue alejado de la zona concurrida y sintió como era tirado al suelo con fuerza, al intentar gritar, abrió la boca pero fue cuando le metieron algo, logrando callarlo por completo.
Con intención de levantarse sintió una patada en el estómago haciéndolo gemir de dolor. Entonces fue amarrado.
No logró distinguir quien era su atacante, pues el cabello oscuro ocultaba sus ojos y un cubre bocas dificultaba su tarea de reconocimiento.
Y sintió la mirada sobre él. La mirada que llevaba sintiendo desde hace semanas. La mirada que lo devoraba sin piedad. Aquella mirada a la que desde ese momento le tuvo temor.
Y no volvió.
Nadie supo del peliverde de ojos bonitos.
Nadie sabe qué fue de él.
Solo ese día, desapareció.