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Jin estaba algo serio mientras esperaba a Yoongi, había estado leyendo la mente de Hoseok y se preguntaba si de verdad el Príncipe no pensaba hacerle caso con el asunto de la guerra. Él mismo estaba muy preocupado por Yoongi, pero aún no tenía el corazón para decirle la verdad.
Que dentro de dos años tendrían que separarse.
Era imposible que Jin pudiera negarse a participar, incluso Jimin tendría que participar, pero cómo iban a mantener vivos a sus humanos por el tiempo que durara la guerra…
Respiró profundo, sabía que Hoseok y Jungkook tenían sus propios problemas, pero, ¿No podía Hoseok al menos tomarlo en serio esta vez?
─ ¿Jin? ─ El pelinegro dió un gran salto. ─ Wow, debiste estar muy concentrado si no me escuchaste venir.
Yoongi le sonrió y Jin intentó regresar aquel gesto, se preguntaba si el mayor podría aunque fuera notar en él que algo estaba raro. Pero si Yoongi lo notaba aún así decidía no hablar al respecto.
─ Perdón, sólo pensaba en la pasantía. ─ Yoongi asintió y tomó el brazo del menor.
Jin entonces dejó su magia fluir, observando como la pálida piel de Yoongi se tornaba rosácea.
─ Tu no cambias… ─ Refunfuño Yoongi.
─ Ti ni cimbiis… ─ Le dijo Jin y luego le sacó la lengua. ─ Se te olvida que puedo leer en tu mente cuanto te gusta.
El mayor resopló y comenzó a jalar a Jin, intentando no pensar en una idea que había aparecido en su mente en la mañana. Estuvo distrayendo su cabeza todo el rato hasta que pasó a dejar a Jin adonde su compañero para hacer tareas.
Jin se despidió haciendo un gesto con su mano y entonces Yoongi le devolvió el gesto. Sin embargo cuando estuvo lo suficientemente lejos, llevó su mano a cuello y presionó sobre él.
Le dolía…
Le dolía, y no comprendía por qué. Jin ya había dejado su magia fluir en él, entonces, ¿Por qué no desaparecía la sed mágica?
Llegó a su casa y al entrar pudo notar a Jimin haciendo sus tareas de colegio.
─ ¡Hola, Yoongi! ─ Saludó éste emocionado.
Yoongi intentó disimular un poco, sonrió suavemente para el más pequeño en su casa, después de todo Jimin apenas era un adolescente de dieciséis y él era un adulto de 23 años. Era obvio que el menor viera en él una figura paterna o algo por el estilo.
─ Hola, pequeño. ─ Lo saludo Yoongi acercándose y observando la tarea. ─ ¿Ocupas ayuda?
Jimin asintió fervientemente y luego se corrió haciendo espacio para Yoongi.
Yoongi volvió a presionar su garganta y aquel gesto no pasó desapercibido para el menor. El rubio tragó saliva, ya había notado que si no dejaba su magia fluir en Yoongi éste comenzaba a tener síntomas, pero no era fácil porque Yoongi sabía exactamente cómo se sentía la magia.
─ Parece que vas bien, ¿Seguro necesitas ayuda? ─ Preguntó Yoongi mirándolo con media sonrisa.
Media sonrisa que se borró cuando Yoongi sintió un fuerte dolor en su interior, una gran necesidad, parecía que un hueco se hubiera instalado en su pecho. Se abrazó a sí mismo y gimió adolorido.
Jimin abrió sus ojos, era cómo si Yoongi, ese Yoongi que amaba estuviera siendo torturado.
─ ¡Ah! ─ Gritó Yoongi al sentir otra fuerte punzada y entonces Jimin:
─ Lo siento… ─ Colocó su mano en el pecho de Yoongi y dejó su magia fluir.
Yoongi abrió sus ojos con gran sorpresa sintiendo cómo su sed mágica desaparecía lentamente, jadeó sintiendo lo deliciosa que era la magia del rubió, muy cálida, demasiado tranquilizadora.
Lanzó su cabeza hacía atrás en el sillón mientras cerraba sus ojos y después de unos minutos se vinó gimiendo.
Jimin se sonrojó, cerró y tomó todas sus cosas de colegio y las metió como pudo en su mochila, corrió hacia su habitación y se encerró.
─ ¡Jimin! ─ No tardó en escuchar los golpes en su puerta. ─ ¿Qué acaba de pasar? ¡¿Qué fue eso?!
Jimin cerró sus ojos cayendo de rodillas y tapó sus orejas, no quería escuchar, no quería explicar nada. Maldijo el día que fue tan débil y usó su magia en Yoongi…