Café y cenizas

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Summary

Que empiece el show... "El día que mi odio hacia los alfas se resquebrajó, solo un poco... creo..." Soy omega Dominante Lo que más odio: A los malditos alfas Lo que más me gusta: Someterlos A lo que me dedico: A torturarlos para sacarles información Conclusión: ADORO MI TRABAJO ATENCIÓN: Obra con lenguaje soez y escenas de sexo explícitas, recomiendo su lectura con discreción. Espero que os guste 😊 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ®

Genre:
Erotica / Romance
Author:
Kitsutoko
Status:
Ongoing
Chapters:
13
Rating:
5.0 3 reviews
Age Rating:
18+

Prólogo

Que empiece el show...

“El día que mi odio hacia los alfas se resquebrajó, solo un poco... creo..."

Se abre la puerta en la sala de tortura B7, mi querida sala B7.

Entre dos trabajadores beta perfectamente uniformados -me encantan los betas y aun más, con ese ajustado atuendo-traen al alfa 352, lo sientan en la silla de interrogatorios. Lo atan de muñecas y tobillos, respetando la distancia que solicito para mi “sesión”. Le ponen el collar antimordidas y proceden a salir de la impoluta habitación, dejándonos solos. No hay cámaras, no hay vigilancia, únicamente acompañados por la mesa repleta de mis preciadas herramientas de trabajo y un reloj digital anclado a la pared de mi espalda.

Observo al alfa aprovechando que está tranquilo. Alto, 190cm (lo pone en su ficha) no me intimida, yo mido 188cm.Pelo negro azabache que le cae por los hombros. Brazos musculados, en el bíceps derecho lleva el pañuelo blanco que lo identifica como “preso intocable” no apto para la tortura física. La tela de la camiseta de tirantes está tensada al límite. Espalda ancha, abdomen plano ¿Se le marcan los abdominales a través de la camiseta?. Pantalones grises del uniforme apretados en caderas y muslos. ¿Es que no tienen nada de su talla? Joder, como odio a los putos alfas.

Al fin le escucho murmurar, parece que despierta.

Me acerco lentamente y con mis dedos índice y corazón le levanto el mentón. Aprovecho estos segundos en los cuales aun no está consciente del todo y le hago un escrutinio del rostro.

Podría estar horas describiendo ese rostro, pero mis ojos se clavan en una cicatriz a la altura de la ceja izquierda, esta le hace una especie de efecto piercing que pasa totalmente desapercibida en la precaria foto de la ficha. Mmmm como me ponen las cicatrices...

El sujeto ya empieza a despertarse, le aprieto la mandíbula inferior y le subo más el mentón para que se fije en mi y en mis ojos color ámbar, llenos de fuego. Dios, como me gusta mi trabajo.

Después de unos segundos sus ojos me enfocan. Aun los tiene algo nublados a causa de la sedación. Unas largas y espesas pestañas rodean unos ojos rasgados de un color azul mar, azul fondo del mar, que resaltan por el color aceituna de su piel. De repente me mira de manera penetrante e intuye el peligro en el que se encuentra. Abre sus preciosos ojos de par en par con una expresión entre asustado y asqueado.

Imagino que no se esperaba ver ante él a un omega como yo. La palidez casi nívea de mi piel, en contraste con mi pelo rojizo, siempre llama la atención de los asquerosos alfas.

Con una sonrisa cruel ¿y porqué negarlo? También de gozo, doy comienzo a mi show, mi show de feromonas de omega dominante.

Mi aroma lo envuelve todo, se cuela por todas partes, por sus fosas nasales, por sus pulmones, por su boca y hasta por cada poro de su piel, de su tersa y perfecta piel aceituna.

352 abre mucho los ojos, con pavor. Mi olor le afecta enseguida. Empieza a respirar de manera agitada, a jadear, incluso a gruñir. Aprieta la mandíbula tan fuerte, que por la comisura de sus labios empieza a caer un hilo de saliva. De sus ojos, empiezan a deslizarse unas lágrimas de pura rabia, de ira y miedo. Me encanta esa mirada de pavor, me excita ver a un alfa aterrado.

352 Intenta inútilmente desatarse, aprieta los puños de tal manera que se le ponen blancos los nudillos. Estira el cuello, esto hace que se le clave más el collar antimordidas, abrasándole la piel de alrededor. Sacude la cabeza, en un vano intento de liberarse de mi perfume. Este le carcome, lo posee, le empieza a crecer el bulto de la entrepierna de manera obscena. Al sentir que va a sucumbir, empieza a liberar sus feromonas, sus patéticas e insignificantes feromonas de machito alfa, en un intento de defenderse, de deshacerse de mi control.

En un instante, de manera inesperada, el olor de su fragancia me golpea. Yo estoy preparado para cualquier batalla de feromonas, pero... Espera, espera, espera, ¡¡ESPERA!!

¿Eso que huelo es café? ¿Es café recién hecho? ¡¡No me jodas!! ¡¡El aroma de 352, el puto aroma del alfa de mierda 352 es de maravilloso café recién hecho!! No me lo puedo creer. ¡¡Tócate los huevos!!

El alfa me mira y me lanza media sonrisa socarrona ¿Es posible que el subnormal se esté dando cuenta de mi confusión?. Su sonrisa ladeada me hace pensar que él cree que soy como un simple omega, uno que sucumbe a la pestilencia de los alfas, pero no me conoce, no me conoce en absoluto.

Presumiendo de autocontrol, me agacho y me pongo cara a cara, a escasos 15 cm. Comienzo a deslizar mis dedos por encima de su ajustada camiseta. Su marcado pectoral se agita acompañando a su acelerada respiración.

Mis caricias le excitan, se le eriza el vello del antebrazo, sus pezones se marcan, noto un escalofrío en forma de vibración en las yemas de mis dedos y el bulto de su entrepierna le presiona contra la fina tela del uniforme. Me acerco y noto como entra su aliento café en mi boca y chasqueo mi lengua. A él se le resbala más saliva por la comisura de sus carnosos labios.

A 352 se le ensancha la sonrisa, se cree victorioso, cree que ha ganado la batalla de feromonas. Acerco mis labios a su oído y le formulo una simple pregunta.

-Dime alfita ¿Dónde lo escondes?

Su burlona sonrisa desaparece de golpe, está lívido, se ha quedado sin aire y gime de manera lastimera. Imagino que nunca (y menos un omega) se ha podido resistir a su hedor, a su dulce café. Tiene el rostro en un rictus de perplejidad, pero no responde, ni una sola palabra sale de sus labios.

En un intento desesperado, 352 contrataca, no cede en su empeño y libera una cantidad absurda de feromonas ¿El puto alfa está en rut y no me han avisado?.El olor a café lo inunda todo. Si no fuera por mi propio aroma, la sala B7 solo olería a él.

Sin esperármelo, su fragancia traspasa mis perfectas barreras y me excitan. En ese momento se me nubla un poco el raciocinio, deseo beberme ese moca.

Me abalanzo sobre él y empiezo a lamerle las saladas lágrimas que le salen de sus desorbitados ojos. Son lágrimas de puro odio y me saben a Gloria. Bajo lentamente mi lengua por su mandíbula hasta la comisura de sus labios y lamo sus hilos de saliva. Al instante noto su sabor en mis papilas. ¡¡No puede ser!! ¡¡NO PUEDE SER!! ¡¡su saliva sabe a café!! ¡¡A PUTO CAFÉ!!. Eso me estremece y me pone la piel de gallina.

No obstante, freno en seco. Me inunda la rabia al ver que por culpa de su tufo, he bajado la guardia. Me aparto y le doy una firme bofetada que resuena en la sala. Queda totalmente de perfil. Con la mejilla visiblemente más roja, 352 gira el rostro poco a poco y vuelve a posar sus ojos en mi. Una mirada llena de odio y de... ¿Qué veo ahí? ¿Lujuria?. Me fijo en su entrepierna y la veo más abultada que antes. Interesante, a este alfa le va la marcha, ¡Oh yeah!

Expulso más mi esencia, tapar el hedor a café no me resulta fácil (creo recordar que en el informe indica que es un alfa dominante). No obstante, no es imposible para mi.

Tras cargar el ambiente de mi fragancia, acerco los labios a escasos centímetros de los suyos, tan cerca, que nuestros alientos se entremezclan. Esta vez, en un susurro, vuelvo a preguntar:

-¿Dónde está, dónde lo escondes?

A estas alturas cualquier alfa ya habría sucumbido a mi, porque yo soy el puto amo que extrae cualquier información de quien sea, pero este alfa de mierda no habla, no suelta prenda ¡Puto miserable!

Él no lo sabe, pero tengo carta blanca para hacerle lo que quiera, con tal de que me cuente lo que queremos saber. Respiro hondo y prosigo:

-Vamos a ver si te resistes a esto, ojitos azules.

Ni corto ni perezoso, comienzo a bajar mi lengua por su cuello y mordisqueo juguetón el collar, la vena de su cuello está punto de estallar y me encanta. Bajo por su clavícula hasta su pezón derecho y con la punta de mi lengua comienzo hacer círculos, a morderlo y a estirarlo, hasta que se le nota bien salido a través de la camiseta. Parece que el jugueteo con su pezón le excita sobremanera. El alfa arquea su espalda y gruñe como un animal.

Aprovecho que ha levantado el trasero al arquear la espalda y de un fuerte empujón, le dejo el culo bien pegado al borde de la silla, así tengo libertad de movimientos. Pongo ambas manos en sus caderas, introduzco los pulgares en sus pantalones y ropa interior, de un golpe seco, le bajo el uniforme y los boxers a la vez, dejándolos a la altura de sus tobillos.

Su grueso y erecto pene, sale disparado y rebota hasta mi cara, manchándome de su líquido preseminal que... ¡sorpresa! huele a café. En esta postura, con el culo al borde de la silla, tengo una perfecta visión de sus genitales.

Me yergo, me acerco a la mesa donde están todas mis “herramientas de trabajo” y cojo el lubricante. Me pongo de rodillas entre sus piernas y echo un buen chorro en mis manos, con una mano empapada en el viscoso gel, le abarco la base del pene. Con los dedos de la otra mano, recojo mi propia humedad omega que sale de mi ano. Le acerco índice y corazón impregnados de mi baba a su nariz y labios.

Él aspira de manera inconsciente mis fluidos y se vuelve loco. COMPLETAMENTE LOCO. Intenta con todas sus fuerzas desatarse, sacude brazos y piernas, gimotea, tiembla. Su pene aun en mi mano, parece que va a estallar, noto las venas que le palpitan y como se pone más duro que una roca. El alfa en un intento desesperado por no sucumbir, cierra los ojos con fuerza.

-Ojitos azules, mírame, esto acaba de empezar.

Acerco mis labios a su glande en un beso silencioso, a la vez que llevo mis dedos, llenos de mis fluidos omega, a su entrada y empiezo hacer círculos. El alfa se estremece por entero, tiene el vello erizado por completo. Recorro mi lengua por su miembro desde la base hasta la punta, dándole besos aquí y allá.

Sin dejar de masajearle el ano, me introduzco su hinchada y dura polla en la boca y no ceso en mirarle a los ojos. Su mirada es de pura ira. Esto me provoca un latigazo, haciendo que mi pene se prepare para la acción. No hay nada que me ponga más cachondo que la ira de un prepotente alfa.

Siendo bastante brusco, le penetro con mis largos y gruesos dedos. Uno, dos, tres, tres dedos. El alfa no deja de jadear y arquea aun más la espalda, expulsa un lastimero gemido de dolor y levanta las caderas haciendo que su polla se encaje perfectamente en mi garganta. Aprovecho para profundizar más mis dedos en su recto y con un ágil movimiento (después de tantas horas de tortura soy todo un experto) llego a su próstata y le clavo las yemas, todo esto sin dejar de rozarle con los dientes toda su envergadura.

352 Grita, lo que parece ser un aullido de dolor, se ve rápidamente sustituido por uno de gozo, (imagino que es un placer desconocido para él), gime de una manera grave a la vez que tiembla por entero. Su interior parece que succione mis dedos, está caliente, muy caliente -Confirmo, le va lo duro-. Me clava la mirada, desquiciado, está llorando de puro odio visceral, las aletas de la nariz están muy abiertas y respira con frustración. Parece ser que su estúpido orgullo de machito alfa, no le deja ver lo excitado que está. Su gruesa polla palpita dentro de mi cavidad bucal y expulsa más líquido preseminal. Joder, como me gusta someter a los alfas.

Cuando menos me lo espero 352 ruge:

-¡¡Hablaré cabrón omega degenerado, HABLARÉ!! ¡¡Sácame ya los putos dedos, mamón!!

Su voz grave y profunda me devuelve a la realidad. Mi mente tarda unos segundos en procesar, divago... esto...¿Qué era? ¿Un interrogatorio? ¿Una tortura? ¿Una tortura para él o para mi? Por mi mente pasa un fugaz pensamiento... Si fuese un adorable beta, lo pondría ahora a 4 patas y le daría como cajón que no cierra, pero noooooooo, es un alfa, un puto, orgulloso, pijo y maldito alfa de mierda.

Sin dejar entrever mi frustración (con mi cara en su entrepierna y mis dedos en su culo), me separo lentamente, liberando su interior y sacándome su polla de mi boca con un sonoro “pop”.

Ya bien erguido, me seco la saliva de la comisura de mis labios y del mentón con el antebrazo.Genial, ahora mi camiseta huele a sus feromonas de café, tendré que quemarla, ¡JODER!. Cojo unos pañuelos desechables que siempre tengo encima de mi mesa de trabajo y me limpio los dedos uno a uno. También quemaré el pañuelito de papel, por descontado.

En cuanto termino, me enfrento a él, con los brazos cruzados y la mirada seria. El alfa recorre con sus ojos todo mi cuerpo y se para unos segundos en mi polla, en mi abultada polla. Eso le provoca una sonrisa perversa y socarrona. Esto me enfada muchísimo. A pesar de que siempre me excito en las sesiones, no suelo llegar a ponerme duro.

Perdiendo un poco los papeles le grito:

-¡Habla ojitos azules! O... ¿debería llamarte culito tragón? -Esa ha sido buena, me la apunto mentalmente-.

Me sostiene la mirada, veo pura tormenta azul en sus ojos. Con su voz densa y grave me devuelve el grito:

-¡¿Qué coño te pasa omega de mierda?! ¡¿Tienes complejo de alfa?! ¡¿Eres un omega activo?! ¡¿Un puto omega empotrador?! ¡Debes ser único en tu especie, ya que siempre tengo a todos los omega debajo de mi, gimiendo y pidiéndome que os dé más duro!

-¡¡JAJAJAJAJAJA!!

Me río con una carcajada bien sonora. Si tu supieras lo que puedo llegar hacer... La cantidad de presos alfas que tras decirme lo que quería, los he dejado sangrando por la nariz y casi en coma por mis feromonas...

Me seco las lágrimas de la risa y le respondo:

-¿A ti qué coño te importa culito tragón? Suelta ya lo que quiero oír. ¿Dónde escondes el dinero?

352 con una sonrisa pícara ¿o es más bien una sonrisa triunfante?. Apunta con la cabeza el reloj que tengo detrás a la vez que exclama:

-Oooohhh se te ha acabado el tiempo, omega pervertido.

Automáticamente a través de los altavoces colocados en las paredes, se empiezan a escuchar las sirenas que anuncian el final de la sesión.

-¡Mierda, Mierda, MIERDA! - Maldigo una y otra vez.

Siempre estoy atento al tiempo transcurrido en mis sesiones de tortura, ya que, las normas impuestas por el director de la prisión son claras “puedes hacerles lo que quieras, pero siempre dentro del límite de tiempo”. Es la primera vez que me abstraigo de esta manera y pierdo la noción del tiempo.

Los guardias entran en tropel a la sala, desatan rápidamente al alfa, lo esposan y se lo llevan de espaldas, agarrándolo de ambos brazos, sin molestarse siquiera en subirle los pantalones. Su dura polla va chocando en el abdomen dejándoselo todo manchado de sus fluidos, en su cara, una amplia sonrisa, esta vez sí, de victoria.

Antes de salir por la puerta me grita:

-¡Nos veremos pronto omeguita! ¡La próxima vez no te deleites tanto con mi sabrosa polla!

Todo esto me lo dice cogiéndose el miembro con las dos manos en un gesto grotesco y con una sonrisa burlona en los labios.

Yo lo miro con odio, con puro odio y lo veo desaparecer por la puerta. Me siento al borde de mi mesa de trabajo y cruzo las piernas a la altura de los tobillos. Llevo el pulgar e índice a mi entrecejo y presiono, respiro profundamente. Me entra el puto tufo a café hasta mi bulbo olfatorio y esto hace que mi pene se apriete contra la tela del vaquero.

Asqueado, confuso y enfadado, corro a abrir las ventanas para dejar marchar ese penetrante olor y vuelvo a mi posición.

Me pongo a analizar todo lo que ha pasado, o lo intento, porque una sola pregunta invade mi mente:

¿Qué ha pasado aquí?

¿¿¡¡QUÉ COÑO HA PASADO!!??

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