Seres extraños
Oliver
No es muy simple estar en cuatro paredes estando solo, ¿O sí?
Bueno ya que, no me puedo quejar, en este lugar me cuidan muy bien para ser sincero, aunque hay algunas cosas que no me gustan, pero igual.
No recuerdo mucho de cómo llegué aquí, pero algunas niñeras dicen que me vieron en una caja de madera con una nota mientras estaba durmiendo y desde ese momento me acogieron en este lugar.
Mi nombre es Oliver Miller y tengo catorce años, vivo en el Orfanato “Rosell Withcon”, nunca he conocido a mi padre y mucho menos a mi madre, algunas niñeras dicen que murió cuando ella me dio a luz y uno que otro familiar por parte de mi madre me había dejado aquí, ya que no querían cuidarme o hacerse responsable de mí.
Me contaron que cuando tenía tres años habían pasado cosas muy extrañas, una de ellas es que hacía volar los platos, se movían algunas cosas sin que yo las tocara, algunas decían que era un niño “especial”, otras me decían que estaba maldito y que era mejor dejarme en la calle de nuevo, pero ellas no aceptaron esa decisión, desde entonces he vivido con unas madres fantásticas, aunque no biológicas, pero siempre han estado presente en cualquier momento en que las necesitaba.
Estaba en mi cama leyendo un libro que hablaba sobre la edad media hasta que alguien toca la puerta, brincó del susto y pongo mi libro aun lado y me siento.
―Pase― dije mirando a la puerta.
La puerta se abre y aparece una chica de 20 años, su nombre es Valeria, pero de cariño le digo Val, ella es alta, pelo rojizo con negro, pero siempre se lo recoge con un moño, su mechón le llegaba hasta las cejas, sus ojos eran de color verde miel y tenía una bata de color blanco con un tono de verde, entra a mi habitación con una sonrisa tierna.
― ¿Cómo has estado? ― dijo, sentándose alado mío.
―Estoy bien ¿Y tú? ― pregunté, no me había dado cuenta que ella había crecido un poco más, creo que los juegos de básquet le han estado funcionando.
― Más o menos― dijo, suspirando cansada.
― ¿Los niños verdad? ― dije con una sonrisa burlona.
Asintió lentamente y se acostó en mi cama con los brazos extendidos.
―Ellos nunca se cansan, es como que si tuvieran baterías en lugar de cerebros― dio una risa tierna, haciendo que también me ría.
―Tienes razón― confirmé y miré aun lado― ¿Y qué haces acá?
Ella me mira con unos ojos de gatos.
― ¿Acaso no puedo visitar a mi pequeño…hermanito?
Esas palabras hicieron que me sonroje un poco, cogí mi almohada y me lo puse en mi cara para esconder mi ruborización, escuchaba como ella se reía suavemente por mi reacción.
―C-Cállate, Val
Desde que he vivido en Rosell Withcon, Val era la única que me ha cuidado en toda mi vida, me ha cuidado como si fuera su hermano menor, un hermano que nunca tuvo ella.
Baje la almohada y ella estaba enfrente mío y me comenzó a desbaratar mi pelo como si fuera un cachorro que buscaba cariño.
Trágame tierra.
Quería decirle que se detuviera, pero el timbre del pasillo sonó, Val me dio unas palmaditas en mi cabeza y se levantó de la cama, se dirigió a la puerta y me miró por última vez.
―Sera mejor que vayas a desayunar― me sonrió tiernamente y se fue al pasillo.
Revisé mi reloj en mi mesita de noche y vi que ya eran las ocho de la mañana, se me había olvidado por completo la hora del desayuno, todo es por culpa de Val.
Cogí mi libro y lo guardé debajo de mi almohada esperando tener privacidad para leer en la parte que me quedé, me paré y me estiré un rato. Salí de mi cuarto y cerré la puerta, caminé al pasillo y podía escuchar a los otros muchachos de la habitación 24 que estaban haciendo peleas de almohadas y escuchando música a todo volumen, cada vez que quería estar en mi habitación en paz y tranquilidad siempre ellos hacían ruido y no me dejaban concentrar, esa habitación solo está habitada de chicas.
Les toqué la puerta y me abrió una chica de mi misma edad, cuando me vio puso cara de pocos amigos, su nombre era Sara.
― ¿Qué quieres tonto? ― dijo con una cara seria.
Tragué saliva y me puse un poco nervioso, Sara es una chica linda pero ruda, tiene cabello rizado de color negro, piel blanca, pecas en sus mejillas y unos ojos color azules con toque de café.
―B-Bueno, es hora del desayuno y tenemos que bajar porque sabes cómo es la señora Romina y…
―Sí, si como sea, ya vamos a bajar, ahora lárgate de mí vista o si no quieres ver mi puño en tu cara― dijo y me cerró la puerta fuerte que casi me golpea la nariz.
Vaya, que temperamento.
―Oliver, pensaba que aun estabas dormido― dijo la señora Romina quince segundos después de que bajaba de las escaleras, ella es la jefa y dueña del orfanato, algunas veces pasa malhumorada todos los días, pero hoy la vi muy…feliz y eso me pareció un poco raro.
―Es que no me había percatado de la hora― dije, cogiendo un plato de plástico.
―No te preocupes hijo, a todos nos pasa eso― dijo con una sonrisa materna y me sirvió en mi plato arroz con ensalada de pollo y mayonesa.
―Gracias, señora Romina.
Me dirigí a una mesa apartada de los demás y comencé a comer tranquilamente hasta que…alguien me tira un vaso de pudín en mi cabeza, miré a mi alrededor y todos se estaban riendo de mí, hasta que al final de las mesas veo como Sara me estaba mirando con cara de “¿Te gusto lo que paso?”, sus amigas también se reían a gusto yo me sonrojé de ira de lo que paso y a la vez me dio vergüenza por como todos me señalaban.
―Muy bien todos, cálmense― dijo una voz que la reconocí al instante.
Val se acercó a donde mí y me sacó el vaso de pudín en la cabeza.
― ¿Quién le hizo esto a Oliver? ― preguntó con voz seria.
Todos se quedaron en silencio, nadie dijo nada, es como si estuviera en un desierto.
―No importa Val, mejor me voy― dije, me levanté de la mesa y me dirigí a las escaleras y subí a mi habitación, cerrando la puerta fuerte.
Por suerte mi habitación tenía un baño asiqué entre y me mojé la cabeza donde tenía derramado el pudín, se salió rápido ya que aún no estaba completamente secó, cogí una toalla y me sequé mi pelo en ella. Cuando salí del baño un gran temblor sacudió el edificio, me caí al suelo y mi corazón estaba latiendo muy fuerte, mis cosas se movían muy fuerte haciendo que mi reloj se cayera de la mesita de noche, me agarré de mi cama con fuerza hasta que se detuvo, miraba a mi alrededor y aún estaba sujetándome de la cama por si pasaba de nuevo pero no pasó, me levanté del piso y abrí la puerta mirando el pasillo, nadie había subido de las escaleras para preguntarme si me encontraba bien o algún niño del susto gritaba como “Vamos a morir”, pero no, eso era demasiado raro, no creo que yo sea el único que haya sentido semejante temblor.
Cerré la puerta y me dirigí a mi silla y me senté procesando todo lo que paso, miré a la ventana, pero había algo que me hizo saltar del asombro, un animal con cabeza de águila con cuerpo de león estaba sentado en la calle principal frente al orfanato y lo que más me sorprendió fue que tenías alas.
Estaba confundido pero asombrado, pensaba que estaba loco, pero no es así, esto era real, no era un sueño, las personas que estaban en la calle no gritaban o corrían pasaban como si ese animal no existía en su camino y una pregunta se me quedo impregnada en mi cabeza, ¿De dónde salió eso?
Me quede mirando al animal fijamente como para que no se escapara hasta que escuchó un chirrido fuerte, veo a un lado de la calle y aparece un ser mitad humano y mitad caballo, se dirigió donde el águila león y estaba ¿Conversando? Sus labios se movían como si estuviera hablando de algo importante hasta que cesaron y giraron su cabeza hacia donde yo estaba.
Di un grito ahogado y cerré las cortinas rápido, me quedo atónito sobre lo que está pasando, abrí un poco la ventana y los dos seres todavía estaban ahí, no decían nada, solo miraban mi habitación como si su presa se quería escapar. Todo me estaba dando vueltas y muchas preguntas surgían de mi cabeza.
Di un brinco de sorpresa cuando alguien toco la puerta, lo iba abrir, pero dos chicas estaban hablando.
―Mira solo lo hice porque estaba aburrida, ¿De acuerdo? Este lugar debe por lo menos reírse una vez en su vida.
―Nosotros nos reímos, sí, pero no por ese tipo de bromas tan pesadas que haces Sara― dijo la voz de Val que estaba demasiado seria.
―Eres un aguafiestas Valeria.
―Solo hago mi trabajo.
Abrí la puerta y las chicas se quedaron mirándome.
― ¿Estas bien amigo? ― dijo Val con cara de preocupación.
Miré la ventana, pero después volví a la realidad.
―S-Si estoy bien― dije moviendo mi cabeza de un lado a otro― Solo un poco…cansado― mentí.
― ¿Ves? ― pregunto Sara mirando a Valeria con sarcasmo― Esta bien, Ahora me voy a mi habitación.
Sara dio dos pasos, pero Val le tomo del hombro.
―Dilo, Sara― dijo Val.
Sara dio un suspiro de enojo.
―De acuerdo― dijo y me miro con cara de aburrimiento― Lamento haberte tirado el pudín en la cabeza.
Sonreí un poco y creo que no se si era mi imaginación o lo de los individuos de afuera me están haciendo alucinar, pero creo que Sara se había ruborizado un poco pero luego se recompuso.
―Como sea― dijo maldiciendo por lo bajo y se fue a la habitación 24.
Val me miro.
― ¿Te sientes mejor? ―preguntó.
―Sí, mucho mejor, gracias Val.
―Lo hago por mi pequeño hermano― me alboroto el pelo de nuevo.
Quería contarle sobre el águila león y el caballo, pero sería mejor no decirlo, no quería que ella piense que me volví loco o que estaba alucinando, será mejor esperar, todo a su tiempo.
Sara
Otro aburrido día en este lugar, para ser sincera, nunca me ha gustado estar aquí, algunas veces se vuelve aburrido y cuando quiero divertirme siempre me hacen hacer cosas que no quiero, como, por ejemplo, disculparme con Oliver, desde que tenga memoria siempre me había caído mal, lo odio, siempre se cree el niño “consentido” de Val, piensa que ella le va ser siempre su guardaespaldas.
Mi nombre es Sara Watson y soy una adolescente de catorce años y no es mi culpa de que siempre este orfanato sea seria y todo por el estilo, le hace falta un poco de ambiente, siempre es lo mismo todos los días.
Me acosté en mi cama de la litera de abajo, ya que en mi habitación número 24 comparto piso con mis mejores amigas que he hecho en esta pocilga: Karla, Lucy y Mayliss.
Las conocí cuando tenía nueve años, en una excursión a un acuario, siempre las veía jugar entre ellas y todo hasta que un día me tropecé con ellas por accidente, por suerte ellas me perdonaron y desde ahí nos volvimos muy amigas, contábamos chistes, leíamos revistas de moda, siempre me preguntaban porque siempre tenía mi carácter rudo, y la verdad es que yo tampoco se, es un misterio que ni yo mismo resuelvo.
Recordé la sonrisa de Oliver y de repente mi cara se comenzaba a calentar de ira y cogí mi almohada y me lo tapé en la cara y grité muy fuerte.
― ¡Maldito Oliver! Siempre arruina la diversión― dije lanzando la almohada al piso― Tú…pedazo de madera, me las vas a pagar.
Cuando quería dar un golpe en la pared, entraron mis amigas a la habitación y me miraron.
―Wow, chica, controla tu ira― dijo Lucy, acercándose hacia mí y se sienta en la cama― Es por Oliver ¿Verdad?
Asentí lentamente, solo con escuchar su nombre, me hierve la sangre.
―No te preocupes por eso, Sara, él es solo un niño llorón que busca que lo mimen― dijo Mayliss con una sonrisa burlona.
Las chicas se empezaron a reír y yo también, poco a poco se me estaba pasando el coraje.
Todo era perfecto hasta que los megáfonos de pasillos comenzaron a emitir un chirrido muy agudo haciendo que las cuatro nos tapemos los oídos, hasta que por fin paró.
―Disculpen niños― dijo la señora Romina desde los megáfonos― Se los solicita que todos estén en la sala principal con una mochila.
Dejo de hablar y Karla se miró extrañada.
― ¿Ahora qué quiere que hagamos? ― dijo mirándonos.
―No lo sé― contesté― Pero por desgracia tenemos que ir, ¿No?
―Bueno entonces, hagámoslo― dijo Lucy y se levantó de la cama y subió en la litera.
Pasó cinco minutos y las chicas ya tenían sus mochilas listas, yo siempre era las últimas de terminar, cuando ya iba a guardar una revista en mi mochila, me comencé a marearme un poco, cerré los ojos por un instante y luego los abrí, miré la ventana y vi a un animal un poco curioso, era un lobo blanco con alas muy grandes y a su lado estaba un león de dos cabezas y cola de serpiente que estaban caminando por las calles y lo raro era que ninguno de las personas que pasaban se asustaban, me acerqué un poco más a la ventana hasta que…
―Sara, vámonos ya todos están bajando― dijo Lucy, esperando con Karla y Mayliss en la puerta.
―S-Sí, ya voy― dije y me dirigía hacía ellas y salimos de la habitación.
Aún tenía las imágenes de los dos animales en mi mente, pensé que era solo mi imaginación, ya que ellos no existían, cuando bajábamos en las escaleras Karla me mira con cara de preocupación.
― ¿Estas bien? ― preguntó― Te ves como rara desde que bajamos.
―Estoy bien, no te preocupes por mí― dije, dando una sonrisa despreocupada.
La sala principal estaba llena de niños pequeños como muchachos y muchachas como yo, aunque los niños estaban emocionados por saber cuál era aquella noticia que nos iban a decir los otros solamente estaban con cara de aburrimiento o hablando con otros. Yo solo me puse en un lugar apartado con las chicas para que ningún estúpido chico nos moleste.
―Muy bien niños ― dijo la señora Romina, estaba vestida de una camiseta color verde césped, y un pantalón jean de los noventa, se la veía muy mal― Escuchen, quiero que hagan una fila de niños y una fila de niñas para ver si están completos.
La señora Romina pasaba lista de los niños, mientras que otra tomaba lista de las niñas, una chica de veinticuatro años empezaba a tomarnos lista pero cuando me nombro me miraba como si le iba hacerle algo.
―Presente― dije con voz seria.
Pero ella se puso nerviosa y siguió tomando lista, pero me regresaba a verme como si iba a convertirme en un animal salvaje.
― ¿Qué le pasa? ― dije a las chicas― Se comportó raro cuando me nombro.
― Debe ser que se enteró sobre lo que le hiciste a Oliver y piensa que le vas hacerle lo mismo― dijo Mayliss mirando a la chica.
―Ojalá pudiera hacerle lo mismo― dije con una sonrisa despreocupada.
―Presente― dijo una voz que la capté al instante…Oliver.
Apreté mi puño tan fuerte hasta que ya no la sentía para nada, quería darle un fuerte golpe en esa estúpida cara que tiene y no escucharlo nunca más, como odio a ese chico, me da ganas de ahorcarlo.
―De acuerdo, como todos estamos completos voy hacer parejas de dos porque vamos hacer un proyecto en la ciudad― dijo la señora Romina y cogió otra lista donde estaba los nombres de las parejas.
Todos estaban susurrando por lo que dijo la señora Romina, aflojé mi puño y sentí como mi sangre por fin se liberaba en mi mano, escuchaba que algunos maldecían por lo bajo, pero los pequeños estaban emocionados ya que prácticamente todos se llevaban bien, excepto yo.
―La primera pareja será…Griffin con McCarthy
Un chico de trece años y una chica de doce se dieron un abrazo muy fuerte y se fueron afuera.
―Ahora…Brown con Chase.
Dos chicas comenzaron a gritar de la emoción y se fueron afuera también.
― Watson con...
Mi corazón se quedó congelado y cerré los ojos, espero que no me toque con…
― Miller.
<<Maldición>> dije en mi mente, toda mi cólera se me estaba subiendo en mi cabeza, todo se me estaba nublando, respiré hondo y dije:
―H-Hurra― caminé lentamente hacía él que también lo veía que tenía cara de sorprendido y nervioso.
Amo ver la tonta cara de Oliver asustado, es como un gato asustadizo listo para salir corriendo a toda velocidad de su depredador. Me paré alado de él y le apreté su hombro con sutileza, pero fuerte.
―Vamos a divertirnos mucho, idiota― dije apretando los dientes mientras sonreía maliciosamente.
Sentía como Oliver se tensaba por lo que le dije y miró a un lado nerviosamente mientras jugaban con las mangas de su chaqueta de los Yankees.
Sentía como Oliver se tensaba por lo que le dije y miró a un lado nerviosamente mientras jugaban con las mangas de su chaqueta de los Yankees.
Caminé hacia la salida y lo miré de reojo, estaba aún parado como idiota.
―Muévete, cabeza de pudín, no tengo todo el tiempo― dije caminando hacía un autobús que estaba afuera.
Oliver me seguía desde atrás pero aún tenía cara de que le iba hacerle algo
Idiota.
…
Nos sentamos al final ya que a mí me gusta estar lejos de los demás―aparté de mis amigas―, miré a mi alrededor y todos estaban hablando tranquilamente, otros hablaban sobre lo que iba a pasar en el proyecto que estaban preparando, otros jugaban a “Piedra, papel o tijera”, miré a mis amigas a Karla le había tocado con Lucy, en cuanto a Mayliss le había tocado a Stuart (un chico un poco raro) pero según ella dice que es muy simpático, mientras que yo estaba con el chico más estúpido del mundo.
―Cualquier cosa que vayas hacer…― dije mirándole a Oliver con cara amenazadora― Un movimiento y te hago picadillo― apretó el puño.
Él asintió rápidamente y miró a la ventana como si fuera un perro que se estaba yendo de paseo, el bus se empezó a moverse, espero que este viaje no sea nada aburrido y tonto.