With smell of home, Two Shots Omegaverse Larry Stylinson

All Rights Reserved ©

Summary

Harry es todo un alfa, seguro y decidido, con las cosas muy claras. Hasta que conoce a Louis, un omega diferente que cambiará su mundo.

Genre:
Fantasy / Romance
Author:
Kintsukuroi
Status:
Ongoing
Chapters:
1
Rating:
n/a
Age Rating:
16+

🍽️


Hay una pequeña oficina al lado de uno de los mejores restaurantes de Londres; era la base de operaciones del dueño y administrador del lugar. Harry Styles prácticamente vivía ahí, su vida era su negocio y trabajaba incansablemente para poder destacar, y luego mantenerse visible y dentro de los mejores. Se había esforzado por años, a costa de no tener vida social, ni familiar. Su restaurant era el único objetivo de su vida.

Sus padres lo entendieron desde el primer momento, y simplemente lo apoyaban y escuchaban cuando Harry los llamaba para contarles sobre algún premio, o algún problema que, a veces, le dificultaba seguir adelante.

Sus amigos eran muy pocos, solo se quedaron quienes trabajaban con él, y que sentían la misma necesidad de mantener el negocio a flote. Uno era el encargado de los proveedores, Zayn; también estaba su contador, Niall y por último, el jefe de personal, Liam. Habían formado un gran equipo de trabajo, donde había mucha confianza y ya conocían la forma de trabajar del otro. Llevaban cinco años en el rubro, mismos cinco años de amistad que se dio de manera natural y sin esfuerzos.

Debido a lo intenso de su trabajo, para Harry era imposible pensar en encontrar a un omega. Lo había intentado varias veces, pero nunca consiguió que alguno pudiera entender lo acelerado de su ritmo de trabajo ni la falta de tiempo para mantener una relación. No había citas, jamás hubo un fin de semana libre. Ni siquiera el día en que cerraba el restaurant, que era el miércoles, porque era el momento de organizar la nueva semana de trabajo. ¿Se había enamorado alguna vez? Estaba seguro que sí, a pesar de que uno de sus intentos de pareja le gritó que él no sabía amar. ¿Podían culparlo? Era un alfa bastante frío, quizás demasiado; en extremo práctico, pero de buen corazón. Sí, estaba seguro de que sabía lo que era el amor, pero, tal vez, el problema fue que no supo demostrarlo.

Tampoco era un tema que le importara tanto, estaba demasiado acostumbrado a su soledad, a sus tiempos, a su manera de hacer las cosas. Sin embargo, algo en el fondo de su pecho le decía que los días pasaban, que el tiempo se esfuma, que las cosas materiales se pierden y finalmente, solo nos queda quienes somos. También le gritaba que amaría formar una familia, una pequeña, quizás no tan ruidosa, pero familia al fin. Una que le dé un poco de calor a su piel y a su corazón.

Era un día viernes por la noche, cuando ya el local había cerrado sus puertas. El reloj marcaba las tres de la mañana, y Harry estaba sacando cuentas en su oficina. Oficina que era en realidad su pequeño departamento camuflado. Detrás de su escritorio, había dos puertas. Una daba al baño, y la otra a un pequeño espacio con una cama y una cocina. Tenía una televisión, un pequeño closet y lo básico para cocinar.

En un principio se había comprado un bonito departamento en las afueras de Londres, con mucho espacio y una vista maravillosa. Pero pronto entendió que apenas y dormía en él, además tenía que manejar desde muy temprano y a veces, de madrugada, lo que no le gustaba para nada. Fue así como decidió vivir al lado del restaurant, y había sido realmente una gran decisión. Estaba siempre disponible, ahorraba mucho en gasolina y estacionamiento y era feliz en ese lugar.

Había sido un día de mucho trabajo, incluso con todas las reservas completas había personas que insistían en esperar por una mesa, y si bien era algo que lo enorgullecía, también le hacía sentir que no estaba cubriendo las necesidades de quienes querían comer en su local. Cada uno de sus trabajadores fue elegido con pinzas, porque era un trabajo de mucha presión y además se les exigía estrictas medidas de higiene, así como compromiso con el restaurant y los demás empleados. A cambio, recibían un excelente sueldo, y tenían horarios por turnos: una semana de mañana - tarde y una semana de tarde - noche, así tenían tiempo para hacer otras cosas y no se esclavizaban. Para eso estaba Harry, que lo hacía por todos.

Sacó los cálculos y definitivamente sus números eran más que satisfactorios. Estaba en un punto en el que no necesitaba realizar más arreglos o comprar más mobiliario, pero al mismo tiempo sentía que necesitaba actualizarse, porque la carta de su restaurant, si bien funcionaba a la perfección, era bastante clásica. Llevaba semanas pensando en eso y no lograba ponerse de acuerdo consigo mismo.

Después que cuadró la caja y dejó todo listo para el nuevo día de trabajo, se fue a acostar sin comer. Apenas tenía tres tazas de té en el cuerpo, y claramente no había tenido tiempo de mirarse al espejo y darse cuenta de que estaba muy delgado. Su suave aroma a nuez moscada estaba muy débil, y más escondido debido a los supresores que usaba, pero tampoco tenía tiempo de preocuparse de eso.

Se durmió apenas se estiró en su cómoda cama, ni siquiera tenía tiempo para soñar. A las ocho de la mañana estaba ya en el restaurant, a pesar de que no abrían hasta las doce y treinta minutos, hora en que comenzaban con el almuerzo. Le era inevitable revisar las listas de ingredientes que dejaban los chefs, dar una mirada a la cocina y asegurarse de que todo estuviera más que limpio, que los uniformes estuvieran impecables y que el suministro de cofias, mallas y guantes fuera el suficiente. También revisaba el comedor, las sillas, las mesas, el suelo, las ventanas, las cortinas, manteles y la barra. ¿Era obsesivo? Claro que sí, y eso que se había jurado no entrometerse con los chefs, porque sus ganas de cocinar a veces eran demasiado intensas. Era un excelente cocinero, por supuesto, porque era la única manera de poder entender su negocio desde adentro y no solo en los números. Cada semana se sentaba a cenar con alguno de los chicos y así probaba la atención, el tiempo de espera y también, el sabor de los platillos.

Sus estándares eran los más altos, era un alfa, no podía ser de otra manera. Era firme y claro, pero nunca un déspota ni un mal jefe ni amigo. Solo le gustaban las cosas hechas de buena manera, la pasión en tu trabajo, la sinceridad en tus opiniones. Nada del otro mundo, solo verdad.

A los minutos llegó Liam.

—Hola jefe, —saludó sonriendo. —¿Terminaste tu inspección diaria?

—Hola, —contestó moviendo la cabeza divertido. —Todo en orden.

—Lamento contrariarte, pero tengo malas noticias.

—Explícame.

—Joshua y Félix, los dos chefs jefes han presentado su renuncia. Trabajarán hasta fin de mes.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Hubo algún problema del que yo no me enteré?

—No, tranquilo. Joshua se va a mudar con su omega a Francia por un tema laboral, es artista y ya sabes que allá hay más opciones de seguir estudiando. Félix está enfermo, tiene un problema muy serio en las rodillas y no puede trabajar de pie, menos con el ritmo que tenemos acá.

—¿Y ahora?

—Puse avisos en varias páginas, y voy a empezar a entrevistar postulantes en un par de días.

—¿Un par de días? ¿Por qué no desde hoy?

—Porque necesito preparar las pruebas, y el único día que pueden hacerla es el miércoles, y para eso faltan aún.

—No, el martes deben estar programadas todas las pruebas, y cita a la gente desde las ocho de la mañana. Puedes hacerles la entrevista personal antes de la práctica, lo sabes.

—Sí, solo pensé que podía hacerlo con calma.

—¿Con calma? Liam, esto es muy grave, no podemos actuar con calma.

—Lo sé, tienes razón. Así lo haré.

—Gracias, ¿algo más que deba saber?

—Sí, pero te lo dirá Zayn cuando llegue, voy a la oficina a revisar la pauta de las entrevistas.

—Cuando la encuentres muéstramela, hace mucho no se usan. Joshua y Félix llevaban tres años con nosotros... Esto no va a ser fácil, —suspiró.

—¿Por qué lo dices?

—Porque el restaurant tiene su sazón, su mano... No es como venga cualquiera y empiece a cocinar, puede que su visión de las preparaciones sea diferente... Usar más o menos sal, tener distinto punto de cocción de las carnes... Hay mil variantes que evaluar.

Caminaba de un lado a otro, nervioso y angustiado.

—Cálmate, va a estar todo bien. Hay tiempo para enseñarles a los nuevos encargados, podemos orientarlos hacia lo que necesitamos en la cocina. Joshua y Félix no tienen problema con ayudarnos.

—Es inevitable no preocuparme, sabes lo importante que es esto.

—Claro que lo sé, y comparto tu preocupación, pero intenta respirar. Voy a ir a la oficina, buscaré las pautas y te voy a preparar una taza de té de manzanilla.

—No... de manzanilla no. De manzana con canela, ¿sí? Tengo los pies congelados.

—Tonto de mí, —contestó riendo. —Jamás has tomado un té que no sea de manzana con canela. Te lo traigo.

Harry caminaba de un lado a otro pensando. Lo que más le molestaba era la sensación y la realidad de no poder hacer algo antes. El último día del mes sería en diez días, tiempo insuficiente para enseñarle a alguien lo que necesitaba.

En ese momento llegó Zayn, para empeorar las cosas.

—Buenos días jefe, ¿estás listo para una mala noticia?

La cara de Harry no admití burla, pero pese a todo sonrió. —Dime.

—El proveedor de lácteos está con retraso en las entregas.

—¿De cuánto?

—Dos semanas. Recuerda que hubo protesta de los transportistas y muchos productos perdieron su cadena de frío, y fueron pérdida total.

—¿Y? ¿Cuál es la solución?

—Estas dos semanas comprar a un nuevo proveedor.

—¿Y el problema sería?

—Que tiene poco stock, y casi al doble del precio.

—Pero no hay otra opción... Hay que hacerlo.

Harry por fin se sentó, y se dedicó a masajear sus sienes calientes y palpitantes. Liam llegó justo a tiempo, con el té y un analgésico.

Saludó a Zayn, su esposo, con un dulce beso en los labios.

—Tómate esto, te sentirás mejor.

—No creo que pueda hacerlo hasta que lo de los chefs se arregle.

—Hay algo más, —advirtió Liam. —Acabo de recordarlo. Tienes que evaluar a los practicantes. Dos de ellos terminan a fin de mes.

—Se van dos y queda solo uno... Al que se queda no he podido supervisarlo.

—Ha tenido varios problemas. Habló directamente conmigo para poder extender su práctica, porque su mamá estuvo hospitalizada y no quería perder la oportunidad.

—¿Y su mamá se recuperó?

—Lamentablemente no. Ha sido muy difícil, y ha mantenido su profesionalismo en todo momento. Ha vuelto de a poco, pero debo decirte, que él... es excelente.

—¿Cómo así?

—A veces hace turnos dobles, y es el favorito de Joshua y Félix, se llevan muy bien.

—¿Por qué yo no sabía de estas cosas?

—Porque estabas preocupado del arreglo de las cañerías. Recuerda que se terminó hace tres días, y estuviste muy pendiente de eso por casi un mes.

—Hoy voy a pasar por la cocina a ver a este chico que dices. ¿Cómo se llama?

—Louis.

—¿Es un alfa?

—No, un omega.

—Que extraño. A los chefs no les gustan los omegas en la cocina.

—Louis se los ganó, es muy seguro de sí mismo.

—Bien, ¿hay algo más que deba saber?

—No, por ahora es eso, —dijo Liam. —Encontré las pautas de entrevista, podemos revisarlas ahora si quieres.

—Sí, vamos a la oficina. Tenemos mucho qué hacer los tres.

La mañana pasó rápida, acelerada.

El almuerzo se desarrolló sin complicaciones. Alrededor de las cuatro, empezaba la gente a llegar para tomar un té o comer alguna merienda y si bien había movimiento, era la hora favorita de Harry para hacer sus visitas al restaurant.

Ese día en especial estaba más nervioso de lo normal, por todo lo sucedido en la mañana. La revisión de las pautas fue más demorosa de lo que pensaba, porque estaban muy desactualizadas y había preguntas que no existían y que eran muy importantes de saber de los nuevos aspirantes, como por ejemplo la disposición para un trabajo de mucha presión o la disponibilidad para cubrir un turno extra.

Había dejado a Liam y a Zayn encargados de preparar una nueva pauta, y se fue al restaurant. Saludó a todos los clientes, les preguntó si estaban satisfechos, si agregarían algo. Casi una hora se demoró en eso, le gustaba mucho hacerlo, le entregaba calidez a sus responsabilidades y tranquilidad de estar haciendo un buen trabajo.

Al llegar a la cocina, se detuvo instintivamente. Algo en el aire le llamó la atención, y tenía que ver, seguramente, con que alguien había olvidado tomar los supresores o había sucedido algo que lograra despertar el aroma correspondiente. Se había molestado un poco, pero pronto ese malestar se diluyó, cuando pudo notar bien qué tipo de aroma era: canela.

Fue cuando lo vio. Un chico que no recordaba haber visto, y que estaba haciendo muchas preguntas a Félix, el chef de turno.

—¿Cómo puedo estar seguro de que no sobre batí el merengue? ¿El punto del cordero siempre es el mismo? ¿Hay alguna técnica especial para usar el sifón?

Harry sonrió, su corazón casi se paralizó al escuchar esa voz con ese acento un poco difícil de entender, sus manos de pronto se sintieron vacías.

—Señor Styles, —escuchó que lo llamó Félix. —¿Puedo ayudarlo en algo?

—Em, no, yo no... Usted, no...

El chico corrió a buscar un vaso con agua y se lo ofreció a Harry, sonriendo debajo de la mascarilla.

—Louis, ve al teléfono del bar y marca el número uno. A la persona que te conteste, dile que se le necesita en la cocina del restaurant, —pidió amablemente. —¿Se siente bien?

—Sí, no sé qué me pasó, —contestó recuperando su natural seguridad. —Supe que te vas... Lo siento mucho, me vas a hacer mucha falta.

—Créame que yo lo siento mucho más, pero van a estar bien. Cualquiera quisiera trabajar aquí, usted es por lejos, el mejor jefe que he tenido. Y si me permite un consejo, cuide a Louis. Nunca, en todos mis años cocinando, vi a alguien con tanta pasión y ganas de aprender, pero necesita ayuda.

—¿A qué te refieres con ayuda?

—No sé si lo sabe, pero su madre murió hace poco. La atropellaron y no pudo recuperarse. Quedó completamente solo, apenas puede pagar una pieza en los suburbios... esta semana no le alcanzó para comprar supresores, por eso está su aroma en la cocina... Si yo pudiera hacer algo por él, lo haría, pero el tratamiento que me espera es largo y costoso...

—Gracias por contarme, estaré al pendiente de él. ¿Crees que en un tiempo más, este chico pudiera reemplazarte?

—Sabe más que yo, señor Styles.

—Pero te estaba llenando de preguntas...

—Siempre lo hace. Le gusta repasar sus conocimientos cada vez que puede. Si confía en mí, póngalo a prueba y verá que no me equivoco.

En ese momento llegaba Louis con Liam.

—Harry, ¿qué te pasó? ¿estás bien?

—Jsdl de yo... driv... Em... Necesito... aire... Perm...so...

Y salió casi despavorido.

Liam lo alcanzó en la oficina, donde Zayn lo estaba mirando con preocupación.

—¿Qué está pasando? —Preguntó Liam.

—No sé qué mierda me pasa... La culpa es de ese chico, que me trastorna... —dijo sin poner atención a sus palabras.

—¿Louis? ¿Te trastorna? —Interrogó Zayn muy divertido.

—¿Qué quieres decir con trastornar? ¿Te gustó?

—¿Cómo podría gustarme? Ni siquiera sé cómo es su rostro. Entre la malla, el gorro, la mascarilla y sus lentes no hay mucho donde pudiera mirar...

—¿Entonces?

—No lo sé... Es como si frente a él mi seguridad desapareciera y me vuelvo tonto... Dios, va a pensar que soy un idiota... —Se lamentó.

—¿Y por qué te importa?

—No quiero que me crean loco o algo así... Pero él huele a canela y yo sentí muchas cosas cuando lo vi. No puedo decir que me gustó, pero sí que me provocó algo que nunca sentí.

—Uy, se nos enamoró el jefe... —dijo Zayn, muy serio.

Harry solo sonrió. Amaba tener esa confianza con sus amigos, y pese a todo, se sentía extrañamente feliz.

—Félix dijo que debería probar a Louis para el cargo de chef. También que tiene problemas económicos. Averigua bien eso, por favor Liam, y veamos cómo ayudarlo de manera indirecta. Por ahora, voy a ir a comprar una caja de supresores, porque el aroma a canela no debería sentirse.

Y salió de la oficina, dándole tiempo a Liam y a Zayn de besarse tranquilamente.

Casi media hora después volvía Harry con tres cajas de supresores. Se las paso a Liam, quien fue el encargado de dejarlos en la cocina. Y para que Louis no se sintiera descubierto, les dijo a todos que estarían ahí solo en caso de que alguien los hubiese olvidado, o necesitara una doble dosis.

Al día siguiente, en el turno de la mañana, Harry fue a hablar con Joshua.

—Dígame jefe, ¿en qué lo ayudo? —Preguntó el chef.

—Sé que te vas a mudar y nos vas a dejar.

—Sí... Ya sabe, uno hace cosas por amor, y mi omega necesita viajar para ampliar sus estudios. Tal vez yo pueda tomar un curso también.

—Estoy seguro de que les irá increíble. Pero quería preguntarte algo. Félix me dijo que probara a Louis para el cargo de chef y quería saber tu opinión.

—Louis es... Tiene mucho talento, es excelente en la cocina. Siempre pregunta, siempre está atento, tiene técnica, conocimientos, escucha las críticas con humildad... Solo puedo decir cosas buenas y si pudiera pedirle algo, le pediría que lo ayude. Lo necesita, mucho.

—Lo haré, puedes estar tranquilo. Mi duda con Louis, es que es muy joven y no sé si estará preparado para un cargo tan difícil como el de chef.

—Pongo mis manos al fuego por él, hágale la prueba.

Harry por algún motivo se sintió celoso. —Hablas con mucha pasión de él...

—Es lo que merece, jefe. Se va a acordar de mí, —dijo Joshua entendiendo, y evitando sonreír.

—Bien, me convencieron. Gracias Joshua.

Terminaron su entrevista con un abrazo.

Desde el restaurant, Harry se fue a la oficina, donde Liam estaba revisando los datos de los primeros postulantes y empezaba a crear una planilla para darles una hora para la prueba práctica.

—¿Cómo te fue con Joshua?

—Tal como esperaba. Quiero que apenas llegue Louis, lo llames para entrevistarlo acá, voy a estar presente.

—¿Vas a poder soportarlo? —Preguntó con burla.

—Claro que sí. Soy un alfa, soy el jefe, soy alguien que sabe lo que quiere.

—¿Qué pasó ayer, entonces?

—Tuve... demasiadas malas noticias, recuerda. Estaba cansado, apenas había comido y él... me pilló desprevenido, solo eso.

—Por supuesto que sí, —dijo Zayn, afirmado en el marco de la puerta, riendo descaradamente.

—Van a ver, les voy a cerrar la boca, —contestó muy seguro.

—Eso esperamos, pero deberíamos apostar, —continuó Liam. —Si ganas, me dejas sin un día de sueldo, y si ganamos nosotros, nos das medio día libre.

—Acepto, pero les voy a descontar a los dos, no solo a ti.

Liam y Zayn se miraron divertidos.

A las tres de la tarde entraba Louis a la cocina. Alcanzó a ponerse su uniforme, su malla, su gorro y su mascarilla, y cuando iba a empezar a organizarse, llegó Liam a buscarlo.

—Hola Louis, ¿cómo estás?

—Buenas tardes señor Payne, —saludó. —Estoy bien, gracias, ¿y usted?

—Bien Louis, gracias por preguntar. ¿Sabes? Necesito que vayas a la oficina.

—¿Hice algo mal? —Preguntó palideciendo.

—No, no, no... No te asustes. Como sabes, Joshua y Félix se van a fin de mes y necesitamos buscar reemplazos. Estoy recibiendo hojas de vida y planificando entrevistas, pero quisiera entrevistarte a ti primero, si te parece.

—¿A mí? ¿De verdad? Me encantaría.

—Acompáñame.

Así fue que Louis tuvo que quitarse su ropa de trabajo, y seguir a Liam hasta la oficina. Ahí estaba Harry trabajando en su computador.

—Harry, aquí está Louis. Voy a hacerle la entrevista.

Harry, completamente embelesado y atontado y aturdido, miraba a Louis con sus mejillas arreboladas.

—Hol...a

—Buenas tardes señor Styles, —dijo Louis con una ligera inclinación de cabeza.

—Por favor siéntate. Comencemos.

Casi quince minutos duró la entrevista, donde se tocaban puntos que iban desde la dirección de Louis hasta el horario disponible de trabajo, pasando por si tenía algún tipo de alergia o enfermedad, y el nivel de experiencia en el rubro.

Louis contestó todo con calma, seguridad y tranquilidad, sin dudar. En cambio Harry, tuvo que simular trabajar, pero sus manos temblaban, estaba muy nervioso, y en su cerebro se grabó cada palabra que escuchó. ¿Qué tenía Louis que lo hacía sentirse frágil y vulnerable?

—Bien. A esta hora es donde hay un poco de respiro en la cocina, nos gustaría hacer una prueba técnica, ¿estás preparado?

—Por supuesto que sí. Pero antes, si me lo permite, quisiera aclarar un punto. Cuando digo que mi disponibilidad es completa, lo hago en serio. Puedo trabajar el doble turno a diario sin problemas.

Harry tosió, para llamar la atención. —El problema, —dijo mirando al piso, —es que... ¿qué pasa si te enfermas? Por eso necesitamos a dos chefs... —No pudo levantar la mirada en ningún momento.

—Harry tiene razón. El problema de que solo tú seas chef, es que sería recargarte demasiado y no está bien. Pero quizás podemos arreglarlo. Primero hagamos la prueba y luego conversamos.

—Me voy a adelantar para ponerme el uniforme, —explicó Louis, poniéndose de pie. —Gracias señor Styles por la oportunidad, se ven muy lindas sus mejillas sonrojadas... Permiso.

Liam tuvo que aguantar la risa mientras veía a Harry hundirse en su silla, muerto de la vergüenza.

—Amigo, nos debes medio día libre, y va a ser increíble. ¿Te sientes bien?

—Cuando era pequeño, mi mamá me hacía galletas de nuez moscada y canela. Hasta el día de hoy me sigue preparando y nadie en este mundo podrá igualar su receta. El problema que tengo con Louis, es que su aroma y el mío juntos es igual al de las galletas, es igual a sentirme en casa, en mi hogar... ¿Es muy pronto para sentir que él podría ser mi persona?

—Sabes que no hay tiempos, que la atracción es más fuerte. Siempre digo que mi experiencia con Zayn es el ejemplo más claro. Un mes después de conocernos nos hicimos novios, dos meses después nos casamos y aquí estamos, con casi siete años de matrimonio, felices y enamorados. Si sientes que él puede ser tu destinado, arriésgate, no hay nada que perder y mucho por ganar. Además, creo que Louis entiende a la perfección tu ritmo de trabajo, porque eso, —dijo mostrando la fachada del restaurant, —también le apasiona, como a ti.

Harry sonrió y luego suspiró.

—Pero Liam, ¿te has dado cuenta de que me porto como un tonto cuando está presente? ¿Cómo soluciono eso?

—Todos lo hemos notado, creo que Louis también. Solo puedo pensar en que las cosas se calmen mientras más contacto tengan. Si se queda como chef, vas a estar encima de él y tu lado de jefe estricto aparecerá y podrás empezar a vincularte de otra manera con él.

—Tienes razón. Voy a pedirle que prepare un menú de tres tiempos.

—¿De tres? ¿Estás seguro? Eso es mucho tiempo de trabajo, sobre todo el postre.

—Quiero ver qué puede ofrecer en un tiempo corto. Algo poco elaborado pero con gran sabor.

—Ya me extrañaba que no sacaras a relucir tu lado exigente. Vamos, debe estar esperando.

En la cocina, Louis estaba listo. Estaba ansioso y feliz de la oportunidad que le estaban dando, era lo que necesitaba para poder salir adelante e iba a hacer su mejor esfuerzo.

Vio llegar a Liam y a Harry y sonrió. El señor Styles era, por lejos, el hombre más hermoso y atractivo que había visto en su vida y le provocaba ganas de coquetear y ser un poco juguetón. Intentaba controlarse, pero había algo que le llamaba la atención y no sabía qué era.

Eligieron una mesa, la más cerca de la cocina, y Liam se sentó. Cuando Harry iba a hacer lo mismo, apareció Louis y Harry terminó sentado en el piso.

Liam se puso a reír, pero Louis se acercó y extendió su mano para ayudar a su jefe a levantarse. Sus manos se tocaron por primera vez, y se sintió tan cálido y natural, que Harry volvió a sonrojarse.

—Definitivamente sus mejillas se ven hermosas, —dijo Louis, sonriendo debajo de su mascarilla.

—Mmmm, no, sí, a veces, gracias...

—Siéntate Harry, —dijo Zayn, que venía llegando. —Empecemos con la prueba. Louis, serías tan amable de llamar a Joshua, por favor.

—Claro que sí, señor. Permiso.

—Ay amigo, esto es grave, —advirtió Liam, demasiado contento. —Creo que pronto tendremos boda, ¿qué dices, amor?

—Que seremos padrinos, —contestó Zayn, apretando la mano de Liam.

—¿Me llamó señor Styles? —Preguntó Joshua.

—Sí, tengo que encargarte una misión. Louis hará su prueba técnica, y debe hacer un menú de tres tiempos. Necesito que lo supervises, que te asegures de que no pida ayuda y al finalizar, quiero que te sientes con nosotros y nos ayudes a evaluar su trabajo. Por mientras que está el primer plato, por favor ¿nos encargas tres cafés?

—Por supuesto señor, permiso, —dijo entrando a la cocina.

Se dedicaron a conversar, con toda calma, y a tomar una tras otra, cuatro tazas de café. Estaban terminando la quinta, cuando Harry se atoró, al ver salir a Louis con el carro auxiliar.

—¿Estás bien, Harry? —Preguntó Zayn. —Levanta los brazos, respira profundo.

—Stoy... esto... yo bien... —respondió molesto, entre dientes.

—Bien, Louis, cuéntanos qué preparaste, —pidió amablemente, Liam.

—Es una entrada tibia, una crema de berenjenas asadas con berros, papas, zanahorias y pan frito decorando.

—¿Qué nos recomiendas beber? —consultó Liam.

—Un vino blanco fresco, con media acidez, como un Chardonnay.

—Perfecto, gracias.

—Que lo disfruten, permiso.

—Menos mal que Liam es quien debe comunicarse con Louis, —dijo Zayn. —No me imagino a nuestro pobre Harry conectando neuronas frente a nuestro chef preferido.

—No se burlen, —casi suplicó Harry. —Es cosa de tiempo, pronto recuperaré toda mi seguridad de alfa.

Nadie contestó, porque Joshua llegó a sentarse y se dedicaron a comer en silencio. Los cuatro se miraron y sonrieron. La crema era sencillamente maravillosa y reconfortante, y la elección del vino un gran acierto.

Un ayudante de cocina apareció para retirar los platos sucios, y enseguida volvió Louis, con el segundo.

—De fondo, les traigo costillas de cordero selladas y al horno, acompañadas de una guarnición de puré de batatas y espárragos salteados. Para beber, Sauvignon Blanc. Permiso.

—Santo cielo, —susurró Harry, —esto está delicioso.

—Muy bueno, —confirmó Liam, cerrando los ojos.

—Se los dije, Louis es un maravilloso cocinero.

Cinco minutos después, aparecía nuevamente Louis.

—Para terminar, les traigo un sencillo tiramisú de mango, con queso mascarpone. Mi recomendación es un vino blanco dulce, como un Late Harvest o una copa de champagne. Espero sea de su agrado.

—Se ve muy apetitoso, seguro está muy rico.

Y sí, estaba, como todo lo demás, delicioso.

—¿Qué piensas? —Preguntó Liam, mirando a Harry.

—No hay mucho que decir. Nos preparó tres platillos increíbles, muy sencillos, con mucho sabor, en poco tiempo. Joshua, ¿estaba muy nervioso? ¿Cómo lo viste?

—¿Nervioso? Jamás. Estaba muy seguro, muy concentrado, muy decidido a hacerlo bien. Dele el trabajo, jefe. Búsquele un ayudante, eso es todo lo que necesita.

—Entonces, está decidido. Liam, por favor, habla con él.

—No puedo. La contratación del chef principal es exclusivamente tu responsabilidad.

—No me hagas esto...

—Son tus reglas, jefecito, —dijo burlándose. —Ve a la oficina, le diré que te encuentre allí. Con Zayn nos quedaremos tomando una copa de vino, ¿cierto amor?

—Cierto, —afirmó Zayn, mirándolo enamorado, y con ganas de que pudieran liberar sus aromas a mandarina y coñac.

—Me las van a pagar, —advirtió Harry poniéndose de pie. —Gracias Joshua, puedes seguir con lo tuyo.

Caminó intentando recuperar su seguridad, hasta que llegó a su oficina. Pero rápidamente entró a su departamento y se miró al espejo. Arregló un poco su pelo y se lavó los dientes. Salió a esperar, mientras buscaba el contrato tipo que usaban con los empleados.

Un par de minutos después, la puerta fue golpeada.

—Adelante.

—Permiso, señor Styles, ¿puedo pasar?

—Sí, claro, por supuesto, pasa...

Louis sonrió, estaba encantado.

—Voy a cambiar tu contrato de ayudante de chef, a chef principal. Tu horario será completo, y tu sueldo será...

—¿Perdón? Disculpe señor Styles, pero está murmurando muy bajo y no le entiendo. ¿Puedo ofrecerle un vaso de agua?

Harry estaba en una lucha horrible. Estaba haciendo todo su esfuerzo por estar tranquilo, pero ¿a quién quería engañar? Louis le desataba una y un millón de nuevas sensaciones, aplastaba sin querer todo lo que era, al alfa en su interior, al hombre seguro, maduro y decidido, volviéndolo un simple chico empezando a vivir, sin tener la menor idea de cómo se llamaba.

—Lo, lo siento mucho... No sé qué me pasa...

—No se preocupe, lo entiendo. Lo pongo nervioso, ¿es eso?

Harry lo miró tan intensamente, que él mismo se sonrojó, maldiciéndose. —Sí... Lo haces...

—Creo que me estoy enamorando de sus mejillas sonrojadas...

—Em, sí, no, yo... El contrato, tu contrato...

—Vamos por partes, ¿le parece? Mi contrato pasará de...

—Ayudante de cocina a Chef jefe...

—Y mi horario será...

—Completo, de jueves a martes, con los miércoles libres...

—Y mi sueldo millonario será de...

—No tengo idea...

—¿No tiene idea? —Preguntó pasmado.

—No, no lo sé... No sé cuánto gana Joshua porque hace poco le había subido el sueldo, igual que a Félix y en este momento de la vida, no recuerdo ni siquiera cómo se ve una libra esterlina ni tampoco cómo se paga un sueldo, porque al parecer mirarte tanto me hace olvidar hasta dónde estoy... —Susurró.

Louis sonrió, y bajó la cabeza. Estaba en las nubes.

—¿Le gusta mirarme? Sé que soy guapo, pero usted lo es más y aunque me encanta este juego, sin el dato del sueldo no puedo firmar mi contrato...

—¿Juego? No, no, no... Juego no... Sólo tú... Tú, Luis, Lou, Louis...

Louis rio. —¿Hay algún archivo o carpeta, donde estén los documentos de cada empleado? —Preguntó divertido.

Harry movió la cabeza afirmando y suspirando, pero sacando una carpeta de una gaveta al lado.

—Mira... Este es el sueldo de Joshua, —dijo mostrando una cifra. —El tuyo será casi el doble para empezar, ¿te parece bien? Si no... No sé... Podemos...

—Me parece increíble, muchas gracias, ¿dónde firmo?

—Antes, rellena por favor, lo que haga falta... Si quieres... O no...

—Bien...

Se demoró cinco minutos en anotar todo, y luego firmó al pie del papel. Se lo entregó a Harry y volvió a sonreír.

—Hasta que, hasta que, hasta que Joshua y Fénix, Feliz, Félix se vayan... Es decir, por este mes, o casi mes, o tú me entiendes... Tendrás un sueldo de acuerdo a tus horas de trabajo...

—¿De verdad? Yo, estoy tan agradecido, no se puede imaginar cuánto. Y no quiero sonar mal, pero necesito preguntar si es posible que en las noches pueda retirarme una hora antes.

—¿Por qué? —Preguntó, por fin sin titubear.

—La mayoría del tiempo no alcanzo el último bus, y debo caminar. Me demoro dos horas en llegar a los suburbios, sin contar lo peligroso que es...

—¿Por qué no informaste tu situación antes? —Se había molestado. Louis y peligro en la misma frase no era algo que iba a permitir.

—No quería perder la oportunidad de trabajar aquí, y cualquier problema podría haberme dejado fuera. No sé si puede imaginar cuántas personas desean entrar a su cocina.

—Puedes irte a la hora que te acomode, y en caso de que hubiese algún problema y debas quedarte hasta el cierre, simplemente vienes y me dices. Yo te llevaré a tu casa, ¿entendido?

—No es necesario...

—Lo es, —interrumpió. —No voy a permitir que vuelvas a ponerte en riesgo.

—Pero no tiene sentido.

—¿Por qué no?

—¿Qué le hace pensar que los suburbios, de madrugada, son un lugar seguro para un alfa? es inseguro para cualquiera y por cuidarme a mí, estaría arriesgándose usted.

Harry lo miró perplejo. —Tienes razón. Veré cómo lo soluciono, pero no te preocupes de eso.

—Y ya que estoy aquí, quería agradecerle por los supresores, —dijo sin vergüenza. —No me alcanzó el dinero este mes, y lamento mucho la situación.

Harry al pensar en el olor a canela, volvió a sentirse de gelatina. —¿Sabes? —Habló sin mirarlo. —Uno de los secretos de que este restaurant sea uno de los mejores, es la confianza que hay entre todos. Desde Liam, hasta el señor que hace el aseo, pasando por los meseros y los proveedores. Si ahora, o en un futuro, tienes una duda, una inquietud, un problema, te pido por favor que me lo hagas saber. Mi puerta siempre está abierta para quien lo necesite.

—Usted es un gran jefe, señor Styles. Lo digo en serio, yo... Me siento muy feliz de trabajar con usted.

—Yo... yo, yo, sí... Gracias...

—¿Siempre se pone tan nervioso?

—Solo contigo... digo, no, no, claro que no, solo, es que...

—Voy a volver a la cocina, y no quiero parecer atrevido, pero usted me provoca algo diferente... ¿Puedo saber cuál es su aroma?

—Es, nuez moscada...

Sin quererlo y casi como un acto reflejo, Louis dejó salir un poco de su aroma a canela, derritiendo por completo a Harry.

—Lo siento tanto, no fue mi intensión... Pero la nuez moscada es todo para mí en la cocina... Permiso. —Salió apresurado.

Harry se agarró la cabeza y volvió a suspirar. Louis era lo que siempre soñó, tan amable, apasionado, divertido... Le llamaba mucho la atención lo decidido que era, siendo un omega. Los que conoció parecían intimidados frente a él, pero Louis no tenía temor ni vergüenza, y cómo le gustaba eso, que entendiera que no por ser alfa era más o mejor.

Estaba perdido en sus pensamientos, girando en su silla, cuando llegaron Liam y Zayn.

—¿Cómo estuvo todo? —Preguntó Liam, justo cuando llegaba Niall.

—Bien, —contestó Harry.

—¿Qué es todo? —Preguntó, ahora, el contador.

—A que no adivinas, —dijo Zayn, sin evitar reír. —Se nos enamoró el jefe, y si lo vieras, se pone todo tímido, parece un adolescente. Es muy tierno.

—¿En serio? Necesito verlo, ¿quién es?

—El nuevo chef encargado.

—¿Cómo que nuevo chef? Harry, Liam, no me han dicho nada de eso, ¿por qué?

—Pasó todo muy rápido. Joshua y Félix se van a fin de mes, y el ayudante, Louis, se va a aquedar a cargo, —explicó Liam.

—¿Ya firmó contrato? Deberían haberme llamado para ver el tema de los sueldos, de lo que se les va a pagar, y todo lo que se supone ustedes ya saben.

—De verdad ha sido todo muy rápido, pero creo que está todo bien, no hay de qué preocuparse.

—Harry, no puedes pretender poner un sueldo extra a esta altura del mes.

—Tú puedes hacer todo Niall, no lo niegues y no te pongas desagradable, —dijo Harry, muy feliz.

—Hey, pero este chico parece haberte cambiado de la noche a la mañana.

—Hay que agradecerle. ¿Por qué no lo invitas a salir? —Sugirió Zayn.

—¿Qué? No, cómo se te ocurre... ¿Qué quieres? ¿Qué lo invite a cenar? Sería ridículo.

—¿Al cine?

—Creo que es de las peores citas, es tan incómodo, sin poder hablar ni conocer a la otra persona.

—¿Y simplemente a caminar? ¿Ir por un café?

—¿Y si me rechaza? ¿O si piensa que lo estoy acosando?

—Créeme que no lo hará. Se le nota que le gustas, creo que hacen una pareja muy bonita. Claro, no tanto como Liam y yo, pero cerca.

Todos rieron.

Los días pasaron así, tranquilos. Harry iba cada día, como siempre, a inspeccionar y revisar que todo marchara excelente. La diferencia, es que ahora se quedaba más tiempo del normal, y a veces, si tenía suerte, lograba conversar con Louis sin tartamudear tanto. No había sido necesario llevarlo hasta su departamento, porque al estar en pleno invierno, la gente no salía a cenar hasta tan tarde, y podían cerrar una hora antes sin problemas.

El último día de trabajo de Joshua y Félix llegó, y fue muy emotiva la despedida. Al cerrar ese día, se reunieron todos los empleados a tomar una copa, para agradecerles por su trabajo y su buena disposición siempre. Y al mismo tiempo, para darle la bienvenida a Louis como chef principal.

Al día siguiente, Louis no llegó a las doce como era costumbre, si no que a las once en punto. Revisó todo, desde los platos hasta el menú que ya se sabía de memoria. Miró los refrigeradores y las despensas, las ollas y sartenes; incluso el bote de basura. Estaba nervioso, pero porque no quería defraudar la confianza que habían puesto en él. Intentó una plegaria, pero sonaba vacía, y es que nunca había rezado ni pedido algo a ese ser superior que se había llevado a sus padres.

Estaba pensando en eso, cuando sintió los pasos de alguien en el restaurant.

—Señor Styles, ¿qué hace tan temprano por acá?

—Em, bueno, ya, ya sabes... —Botó el aire. —Siempre inspecciono antes de abrir, pero dime qué haces tú acá. Es muy temprano, tu hora de entrada es en una hora. —Habló rápido y mirando al suelo.

—Estoy nervioso, y aquí en la cocina me siento mejor.

—¿Por qué estás nervioso? ¿No te sientes preparado?

—Quiero estar a la altura de la confianza que me dio.

—No te preocupes entonces, jamás podrías defraudarme.

—¿Lo sigo poniendo nervioso? —Preguntó Louis, sonriendo de esa manera tan hermosa y luminosa.

—Sí, no te burles, —contestó riendo Harry, siempre sin mirarlo.

—No debería... —Louis se acercó hasta quedar muy cerca de Harry y logrando hacer contacto visual con él. —¿Le gustaría ir por un café, tal vez? Quizás cuando me conozca mejor, se le quiten los nervios, —murmuró suave.

—¿Un café? —Repitió. —¿Mañana miércoles?

—¿A las cuatro?

—¿Frente a la pileta de los ángeles?

—Perfecto...

Los dos sonrieron. La diferencia es que Harry tenía sus manos empuñadas con fuerza, tratando de calmarse mientras tenía a Louis tan cerca de su alcance, y se había lastimado. Louis casi flotaba de emoción.

Luego de esa conversación extraña y linda, Harry volvió a su oficina, hasta la hora en que comenzaba el servicio. Confiaba absolutamente en Louis, solo quería asegurarse de que iba a estar bien y que la persona que contrataron como ayudante, funcionara.

Y sí, el almuerzo fue todo un éxito. Tuvieron lleno total, y Louis con sus ayudantes lograron sacarlo adelante. Harry recibió muchos cumplidos y pudo, por fin, sonreír satisfecho.

Al terminar la jornada, se acercó a la cocina, a pesar de que Louis ya se había ido. Habló con los ayudantes que aún estaban trabajando, y todos le dijeron que Louis era en extremo amable, paciente y considerado. Estaban todos muy contentos.

Esa noche, Harry no pudo dormir. Al día siguiente iría a tomar un café con Louis, y le llegaba a doler el estómago de los nervios. Pudo conciliar el sueño recién a eso de las cinco de la mañana, y durmió hasta mediodía. A esa hora comió algo, se bañó y se fue al restaurant. Hizo su inspección habitual, y se dio cuenta de que el encargado de la limpieza había dejado los manteles sucios en el piso. Los tomó y los llevó personalmente a la tintorería que estaba al frente del restaurant, y con quienes tenían un convenio. Aprovechó de retirar los uniformes, servilletas y cofias o gorros que utilizaban en el restaurant. Los dobló, colgó y guardó.

Después, en la cocina, revisó la lista de ingredientes que se necesitarían para la semana y que debían surtir lo más rápido posible, y era lo acostumbrado, no había cambios. Suspiró pensando en Louis cocinando, entre los fuegos, y diferentes aromas. Lo veía con sus lentes que usaba para cocinar, con su mascarilla y su uniforme que le acentuaba su figura perfecta.

Se quedó un momento de pie, solo imaginando cómo sería tener una relación, cómo cambiaría su vida si encontrara a su persona, a quien lo entienda y lo apoye... Alguien que lo ame de verdad y a quien pueda amar de la misma manera. ¿Sería Louis ese chico? ¿Sería posible que lo hubiese encontrado? ¿Sería posible enamorarse con cada fibra de su cuerpo? ¿Estaba siendo muy apresurado?

Se sentía abrumado y vulnerable, porque todo en él le gritaba que sí, que era Louis su destinado, que sus aromas eran increíbles juntos y eso solo significaba que eran tal para cual, que la vida era generosa en extremo con él, que por fin estaría completo.

Suspiró feliz, sonriendo. Nunca había sonreído tanto como en las últimas semanas y era algo a lo que podía acostumbrarse fácilmente.

Iba a devolverse a su pequeño departamento, cuando sonó su teléfono. Era su mamá, quien lo llamaba todos los miércoles.

—Hola hijo, ¿cómo estás? ¿Cómo has estado esta semana?

—Hola mamá, estoy... bien, muy bien. La semana como siempre, mucho qué hacer, pero ha funcionado todo a la perfección.

—¿Qué pasó para que estés tan feliz?

—Hay alguien... Creo que puede ser mi destinado.

—¿Es en serio? ¿De verdad? ¡Por fin! Cuéntamelo todo.

—No puedo hacerlo ahora, lo voy a ver más tarde y tengo mucho qué hacer, pero prometo llamarte mañana a medio día, ¿sí?

—No voy a poder aguantar tanta incertidumbre, qué nervios... Estoy muy emocionada, me alegro tanto de escucharte ilusionado hijo...

—Pero mamá, es solo una sensación...

—¿Cuál es su aroma?

—A que no adivinas...

—No puede ser... ¿canela?

—Sí mamá...

—Dime por lo menos cómo es él.

—Es el chico más lindo que puedas imaginar... Tiene hermosos ojos azules, una sonrisa preciosa, le apasiona la cocina, es nuestro nuevo chef... Y ya me estás haciendo que te cuente todo, eres una tramposa mamá.

—Pero hijo, entiéndeme, —dijo, riendo, Annie. —¿Sabes cuánto deseo que puedas compartir tu vida con alguien? Creo que nunca lo entenderías, y de verdad espero que sea el indicado. ¿Cómo se llama?

—Louis...

—Es un bello nombre, imagina cómo sonaría cuando se casen, Louis y Harry... Perfecto.

—¿Ya me estás casando? Pero mamá, apenas hoy vamos a salir, es primera vez...

—¿A dónde lo invitaste?

—Él me invitó un café... Yo frente a él no puedo controlarme, me porto como un tonto, no soy capaz de hablar de corrido... Soy un desastre.

—¡Me encanta! Debe ser un omega muy seguro, y eso es maravilloso. A ver si te apuras con las citas porque ya quiero conocerlo.

—Ay mamá, no empieces. Siempre quieres conocer a todos, y luego resulta que no eran lo que esperabas.

—Es tu culpa por tener tan mal ojo.

Terminaron su conversación entre risas.

Como estaba de buen humor, Harry se preparó una ensalada y comió con ganas. Luego se bañó, de nuevo, porque había olvidado que lo hizo temprano y se dedicó a buscar ropa que lo hiciera ver atractivo, pero no tenía. Su clóset eran prendas sueltas, por lo general oscuras, más formales que informales, y se sintió avejentado. Miró la hora, eran casi las dos de la tarde. Salió rumbo al centro comercial, donde se probó varios pantalones, camisas y chaquetas. Se compró todo lo que se probó, porque el alfa encargado de la tienda le dijo que se veía muy bien.

Al llegar de vuelta a su departamento, se cambió. Eligió unos jeans ajustados negros, una polera manga larga blanca, y un abrigo negro no muy largo. Le gustó cómo se veía, se sintió seguro.

Aunque faltaba media hora para su encuentro con Louis, decidió que no podía seguir esperando en su departamento. Decidió caminar, apenas eran diez minutos, estaba muy cerca. No le extraño ver a Louis sentado en una de las bancas del lugar. Se veía más que bien, se veía impactante.

—Hola, —saludó Harry.

—Hola, llegó temprano... —contestó mordiendo su labio inferior.

—También, tú, también... Pero, no me hables así, tutéame... Por favor, si es que tú...

—Quiero, —interrumpió. —¿Vamos? A la vuelta hay una cafetería con muy buenas reseñas. Dicen que venden un cappuccino muy rico.

—Vamos.

Louis estuvo tentado a tomar a Harry de la mano, pero se contuvo.

Respiraba profundamente, no quería que los nervios afloraran, pero es que nadie podía entender lo que significaba para él estar en ese lugar con su jefe. Llevaba tres meses intermitentes de práctica en el restaurant, y había visto a Harry varias veces y sabía que siempre estaba atento a lo que pasaba en la cocina, pero nunca imaginó empezar a sentir mariposas cada día que iba a trabajar. No había tenido tiempo de conocer a algún alfa, estaba demasiado enfocado en estudiar y en mejorar, aunque sí tuvo algunas citas, no llegaron a algo más porque desde el primer momento su manera de ser tan directa y su pasión por la cocina eran mal vistos, y Louis no estaba dispuesto a cambiar por un hombre. En cambio, sabía que Harry era alguien que podía entenderlo, y eso había aumentado su interés, le provocaba ganas locas de acercarse. Llevaba mucho tiempo buscando la oportunidad de invitarlo a salir, pero nunca esperó que todo saliera tan bien.

Llegaron a la cafetería y se sentaron en la última mesa. Pidieron dos cappuccinos, que se supone era la especialidad de la casa y también, un pastel de queso para Harry y uno de zanahoria para Louis.

—¿Sigues nervioso? —Preguntó Louis, tomando el primer sorbo de café y casi escupiéndolo. —Lo siento, —dijo secándose con una servilleta. —Esto está horrible.

—No puede estar tan mal, —dudó Harry, probando y repitiendo la acción de Louis. —¿Cómo pueden vender esto? No sé si probar el pastel...

—Yo voy a hacerlo. —Tomó la cuchara e intentó partirlo, pero estaba duro. No se dio por vencido y con la mano lo tomó y le dio una mordida. —Es incomible. Lo siento mucho, nunca imaginé que esto iba a pasar, por favor discúlpame.

—No es tu culpa, —contestó Harry, suspirando. Le parecía muy lindo Louis disculpándose de algo que no era su responsabilidad. —¿Puedo invitarte yo, ahora?

—¿No estás enojado?

—Claro que no... No podría enojarme contigo, jamás.

Y los dos sonrieron.

—Déjame pagar y nos vamos.

—Bien, —habló Harry no muy convencido.

—¿Pasa algo?

—Me da pesar que pagues por algo así.

—A mí también, pero ni modo que nos vayamos sin pagar.

—No es eso, —dijo riendo. —¿Puedes pagarlo? No quiero sonar entrometido, pero...

—Te invité por algo, es porque puedo. Gracias por preocuparte...

Louis pagó y salieron. Caminaron hacia el sur por diez minutos, hasta llegar a un pintoresco café, que se supone, era muy recomendado, y cuya especialidad era el café cortado, el chocolate caliente y los sándwiches de queso.

Harry pidió chocolate y un sándwich de jamón, Louis un café y una porción de torta de manjar nuez.

—A ver si tenemos más suerte.

Les dieron un sorbo a sus bebidas y se quedaron mirando con una mezcla de pena y risa.

—No sé si pueda terminarlo, —dijo Louis. —Y la torta está desabrida, no tiene ni una sola nuez.

—Este chocolate es solo agua con azúcar, y el jamón parece de tres semanas.

Se pusieron a reír.

—Tengo una idea, ¿me acompañas? —Preguntó Harry.

—A donde quieras...

Las rodillas de Harry volvieron a temblar. Pagó el servicio y salieron al frío de la tarde, una vez más.

Louis en un acto, por demás atrevido, tomó el brazo de Harry y simplemente caminó aferrado a él. No se sorprendió cuando llegaron al restaurant, y Harry lo hizo pasar.

—¿Qué te gustaría comer?

—Algo caliente, me congelé.

—¿Prefieres café y un sándwich o una sopa?

—Café, o té, me da igual.

—Ya vengo.

—Déjame ayudarte, ¿sí?

—Está bien, ven...

Harry revisó la despensa y encontró una gran pieza de pan con semillas. Buscó jamón y queso y preparó los sándwiches, mientras Louis preparaba dos cortados.

—¿Cuánta azúcar? —Preguntó.

—Dos, por favor.

—Igual que yo...

Harry también sacó dos porciones de torta de lúcuma que estaba muy fresca, porque la habían llevado el día anterior, y las puso en sus platos más bonitos. Buscó un mantel y preparó la mesa antes de llevar la comida.

Se sentaron por fin a comer, y después del primer sorbo de café, se sintieron cálidos y reconfortados.

—Amo nuestros cortados, —dijo Harry. —Son perfectos.

—Es verdad... muy ricos. En este lugar está todo bien.

—Háblame de ti, quiero conocer... conocerte... no conocerte, o sea sí, pero...

—Te entiendo, —sonrió. —Soy hijo único, mi papá murió cuando tenía veinte años de un infarto, mi mamá murió hace unos meses en un atropello. Me quedé solo y ha sido muy difícil. La cocina es lo que me ha mantenido a flote este tiempo.

—¿Cómo te sostuviste si a los practicantes no se les paga?

—Mis padres me dejaron una buena cantidad de dinero, aunque la mayoría se fue en el cementerio. Si te cuento la verdad, hubo días en que no comí, porque debía ahorrar para venir acá, por eso no tenía para los supresores tampoco.

—Me puedo imaginar cuánto te ha costado seguir...

—Sí, pero no puedo quejarme. Extraño a mis padres con locura, teníamos una relación muy bonita y muy cercana, pero al mismo tiempo ellos me enseñaron a no dejarme vencer por los obstáculos.

—Eres muy joven... ¿Cuántos años tienes?

—Veintitrés... ¿Tú?

—Veintiocho... Cuéntame dónde estudiaste, —pidió Harry, que de a poco se sentía menos nervioso.

—Estudié gastronomía en la universidad de Londres, y después tomé dos cursos en Le Cordon Bleu. Puedo decir con orgullo, que fui de los tres mejores, y por eso me dejaron elegir en qué lugar quería hacer mi práctica.

—Pero hay mejores restaurantes que este.

—En premios quizás sí, pero tu restaurant es reconocido por los chefs como uno de los mejores para aprender, donde el ambiente laboral es de verdad bueno, y no hay problemas de egoísmo. Siempre soñé con trabajar aquí, por eso me esforcé siempre, hasta ahora, y no voy a dejar de hacerlo.

—Me has dado el mejor comentario para el restaurant, porque es por lo que he peleado siempre, por tener un excelente ambiente de trabajo. Soy un convencido de que si la gente está contenta en su trabajo, todo funciona mejor, y no me he equivocado. Gracias.

—Solo dije la verdad. —Sonrió. —No tartamudeaste... ¿Ya no te pongo nervioso?

—Em, eh, no...

—Eres muy lindo, ¿sabías? —Harry no pudo contestar. —Lo siento, ¿te incomodé?

—Nunca lo harías... No sé cómo reaccionar a tus palabras, es solo eso... Mis citas siempre fueron un fracaso desde el primer momento, porque siempre dejé en claro que lo principal era mi negocio, que mis tiempos son cortos, que no siempre estoy disponible. Y como entenderás, los omegas arrancaban de mí, y está bien. Al mismo tiempo eran tímidos y se cohibían, aunque nunca les di pie para eso. Y de pronto llegaste tú, todo seguro y hermoso y me tratas así... Y entiendes lo que hago, y has revolucionado mi mundo completo...

Harry miró a Louis con tanta intensidad, que logró que se sonrojara.

—Siento mariposas cuando te veo llegar cada día a supervisar la cocina... No sé cómo pasó, sólo sé que jamás conocí a un alfa como tú y que si hay algo que admiro mucho de ti, es la pasión con la que cuidas tu restaurant y lo amable que eres siempre, aunque haya problemas siempre te mantienes sereno... Eres un maravilloso alfa...

—Em... ¿Yo? No... no, no, es solo que... Mmm, voy a retirar... Permiso.

Prácticamente arrancó hacia la cocina, mientras Louis reía despacio. Esperó unos minutos, y se atrevió a ir a buscar a Harry a la cocina. Lo encontró de pie, con todo lavado, secado y guardado. Parecía reflexionar con los ojos cerrados.

Louis, sin dudar se acercó hasta abrazarlo, y lentamente acercó sus mejillas a las de Harry y se frotó en ellas, liberando su aroma a canela sutil y delicadamente, teniendo como respuesta, el olor a nuez moscada que apareció fuerte y un poco descontrolado.

Harry envolvió la cintura de Louis entre sus brazos y buscó sus labios. Cuando estaba a punto de perderse en esa boca que lo llamaba a gritos, Louis habló.

—No te voy a besar... —susurró en medio de su sonrisa.

—¿Por qué no? —preguntó Harry en un hilo de voz.

—Porque aún no eres mi novio...

—¿Quieres que lo sea?

El aroma mezclado de los dos, se sentía demasiado cálido, hogareño, familiar, íntimo. La soledad del lugar, las luces bajas, el silencio interrumpido solo por sus respiraciones y sus palabras murmuradas los tenían al borde de la locura. Sus cuerpos empezaban a reaccionar al otro, a la cercanía, a la confianza, al saber que sí, ya no había dudas, eran tal para cual.

—Vas a serlo... Pero no todavía...

Harry sonrió en grande, mientras no dejaban de frotar sus mejillas.

—¿Tú vas a decidir cuándo?

—Siempre puedes negarte...

—¿Y perderme la oportunidad de besarte? Prefiero cerrar el restaurant...

Louis se separó y lo miró con un poco de escepticismo. —¿Es broma?

—Sí, —contestó riendo, Harry.

—Me encanta tu humor, —volvió a susurrar.

¿Cuánto tiempo se quedaron así, abrazados, solo liberando sus aromas, solo frotando sus mejillas, solo hablando en susurros? Ninguno lo supo. Solo se separaron cuando el frío se volvió cruel y se dieron cuenta de lo tarde que era.

—Perdí el último bus... —Se lamentó Louis. —Pero no me arrepiento.

—Quédate conmigo, —sugirió Harry.

—¿Tienes un sofá para que duermas?

—No, pero puedo dormir en el suelo. Tengo un saco de dormir y muchas mantas.

—¿De verdad lo harías?

—No está en mis planes mentirte...

Y Louis pensó que podría desmayarse. —Gracias.

—Vamos, entonces.

—¿Vives muy lejos?

—Super lejos, vas a ver.

Harry cerró el restaurant y del brazo caminaron los treinta pasos hasta la puerta de la oficina.

—¿Qué hacemos aquí?

—Pasa. Como sabes, esta es mi oficina, y detrás de esta puerta, está mi pequeño departamento.

—No puede ser... ¿Vives al lado del restaurant?

—Sí. Antes vivía en un gran departamento en las afueras de Londres. Cuatro habitaciones, tres baños y medio, una cocina super amplia y bla bla bla. Me demoraba una hora manejando y no podía más. De por sí duermo poco, pero ahí era peor. Pensé que era algo obsesivo vivir aquí mismo, pero ha sido una de mis mejores decisiones.

—Me encanta, en serio. Siempre he pensado que si quieres que algo funcione, debes estar pendiente y preocupado. Eres una hermosa caja de sorpresas.

Harry no contestó. Estaba sintiéndose nervioso otra vez. Se dedicó a cambiar la ropa de cama, y poner limpia para Louis. La que sacó, la puso en el piso, y encima puso el saco de dormir. Dejó a mano unas mantas y le ofreció ropa a Louis, que no quiso aceptarla. Se acostó tal como estaba. Una hora después, estaban durmiendo tranquilos.

A eso de las tres de la mañana, despertó Louis con mucho frío.

—Harry... Harry despierta.

—¿Mmm? ¿Qué pasa?

—Tengo mucho frío, no puedo dormir.

—Te voy a poner otra manta. —Se levantó Harry, medio dormido aún, y estiró la última manta encima de Louis.

—¿Por qué no duermes conmigo y me abrazas?

—Bueno.

Y así de fácil se acomodaron y se durmieron. Despertaron casi a las nueve de la mañana, muy abrazados, con las mantas hasta arriba. Estaban calentitos y cómodos, hasta que vieron la hora, y saltaron de la cama. En cualquier momento llegaría Liam, si es que no estaba ya en la oficina. Harry tenía diez llamadas perdidas, porque nadie sabía dónde estaba el jefe.

—Lo siento, lamento despertarte así, pero es muy tarde.

—No lo digas, claro que lo es... Debo irme a bañar, cambiarme, desayunar y volver...

—¿Por qué no te quedas aquí? Puedes hacer eso y descansar un poco en vez de andar corriendo.

—¿En serio? Siento que estoy siendo un poco invasivo...

—No lo eres... Al contrario, es como si nuestra cita de ayer no terminara jamás... Voy a bañarme.

Suspirando tomó una toalla y ropa limpia y se fue al baño. A pesar de todo el nerviosismo que aún le generaba Louis, le gustaba mucho la sensación de poder ser sincero hasta la médula, y no tener miedo de decirle lo que le provocaba.

Se arregló en el baño, y tomó sus supresores. —Nos vemos en un rato. Si puedo, vengo a tomar una taza de café.

—Gracias, —dijo Louis, aún en la cama.

Apareció muy relajado en la oficina, donde Liam y Zayn estaban a punto de quedarse sin pelos de los nervios.

—Santo Dios, Harry, ¿qué horas de llegar son éstas?

—Me quedé dormido, —contó sonriendo.

El matrimonio se miró sospechando algo.

—Supongo que Louis no tiene nada que ver, ¿verdad? —Preguntó Liam.

—Por supuesto que sí.

—¿Qué? —Habló el matrimonio al mismo tiempo. —¿Pasaron la noche juntos?

—Así es.

—¿Es una broma?

—¿Por qué lo sería? A ver, cálmense. Ustedes siempre me dicen que me relaje, que ustedes pueden cubrirme, y a la primera que llego dos horas tarde, arman este revuelo. Con Louis tuvimos una cita ayer, y pasamos la noche juntos, durmiendo. Y que eso quede claro.

—¿Durmiendo? Para eso mejor dormir solo, —molestó Zayn.

—Fue increíble. Ayer conversamos mucho, caminamos, nos reímos... Estoy empezando a sentir que esto puede ser real.

—Lo es... Nunca te vimos así.

—¿Y cuándo van a avanzar? Digo, el sexo es super importante, tienen que saber si son compatibles o no, —habló Zayn, otra vez burlándose.

—Amor, ponte serio, —pidió Liam, guiñándole un ojo. —Tienen que ir a su ritmo, pero por lo menos se besaron, ¿no?

—No, aún no... No fue necesario, podríamos haberlo hecho, pero no hacerlo fue mejor. Estamos recién conociéndonos, y aunque tengamos ganas de avanzar rápido, prefiero hacerlo a un ritmo más calmado.

Era algo que ni él se creía, pero ni Liam ni Zayn iban a discutirlo, porque no querían terminar muertos de la risa cuando había algunos problemas que atender.

—Bueno jefe, por ahora siéntate, hay un problema más o menos grave.

—¿Qué pasó?

—El vecino de la casa de atrás reclamó otra vez a las autoridades por el ruido y el tiempo de funcionamiento del restaurant.

—El de la casa antigua, ¿la de paredes blancas?

—Sí.

—¿Y?

—Que hay que llegar a un acuerdo, porque los dos tienen razón. El restaurant está en una calle comercial, por eso también lo está esta oficina. Pero la casa del señor Rogers está en una calle residencial, —explicó Liam.

—Voy a ir a hablar con él, aunque no sé a qué acuerdo podemos llegar, —dijo finalmente Harry.

—Que te vaya bien. Yo tengo una reunión con el proveedor de carnes, llego al almuerzo.

—Y yo voy a una reunión con algunos encargados del área comercial del sector, para ver temas de seguridad y apoyo. A veces tienen buenas ideas.

—Nos vemos más tarde, entonces, —dijo Harry, preocupado.

Se quedó en soledad unos minutos, hasta que recordó a Louis. Fue a verlo y lo encontró cocinando unos panqueques con fruta y mermelada, mientras hervía el agua para el café.

—¿Quieres que desayunemos juntos? —Preguntó.

Y a Harry se le reinició el mundo. —Me encantaría.

—¿Estás bien?

—No, o sea sí... Hay un problema con el vecino de atrás y voy a tener que ir a hablar con él.

—Cuéntame cuál es el problema.

—Esta calle es solo comercial, es decir, no pueden venderse viviendas para uso residencial.

—Estás haciendo trampa.

—Sí, pero es un secreto.

—Me encanta...

—La calle de atrás es residencial y el señor Rogers no está de acuerdo con el horario de funcionamiento del restaurant.

—¿No tendrá a la venta su casa? Podrías comprarla.

—¿Y para qué? Es muy grande para mí solo.

—Para usarla como bodega, tal vez, o algo así. Puede ser residencial de fachada solamente.

—Tu mente es perversa.

—Y te gusta.

—Me gustas... —Dijo poniéndose colorado hasta las orejas.

—Y tú me gustas también... —aseguró, levantándose y acercándose hasta lograr abrazar a Harry, que lo recibió feliz entre sus brazos. —Me encantaría marcarte con mi aroma, pero aún no puedo hacerlo...

—Lo sé... Supongo que hay que tener más paciencia, ¿no?

—Sí... O quizás no...

—¿Vas a dejar que te bese? —Preguntó Harry.

—No...

Harry apretó su abrazo y descansó su cabeza en el hombro de Louis, quien acariciaba su pelo con profundo cariño.

—Gracias por el desayuno, pero ya debo irme. Tengo que encontrar solución al problema lo antes posible.

—Va a salir todo bien, confía. Nos vemos más tarde...

—Nos vemos... —Harry suspiró y dejó un suave beso en la mejilla de Louis, que solo pudo sonreír.

Salió hacia la casa del vecino. Cuando estuvo afuera, tocó el timbre, y pronto vio al señor Rogers caminar hasta abrirle la puerta.

—Buenos días señor Styles, —saludó.

—Señor Rogers, ¿cómo está?

—Dejémonos de formalismos. Necesitamos una solución, y no sé cómo hacerlo para que los dos estemos conformes.

—Véndame su casa.

—¿Qué?

—Que me venda su casa. Debe tener un buen precio, y podría cambiarse incluso cerca de aquí.

El vecino lo quedó mirando por algunos segundos, en los que pareció reflexionar. —Si me ayuda a buscar algo cerca, podría pensarlo.

—Lo haré. Apenas encuentre algo vengo a verlo.

—Gracias señor Styles.

—Gracias a usted, señor Rogers.

Harry se devolvió a su oficina, y entró a su departamento. Encontró a Louis ordenando la cama.

—Hey, no es necesario que hagas eso... Es decir, yo puedo...

—No te pongas nervioso, solo estoy doblando las mantas.

—Lo siento, —dijo riéndose, mirando al suelo.

—No te preocupes, ¿cómo te fue?

—Bien. O sea, me dijo que para pensar en venderme su casa, debía ayudarlo a buscar un lugar.

—Pero eso es genial... ¿o no?

—No te imaginas lo difícil que es encontrar por aquí un lugar desocupado. Es una zona muy solicitada y bastante costosa.

—Pero hay que intentarlo. ¿Quieres que vayamos a dar una vuelta antes de la hora de almuerzo? Quizás tenemos suerte.

Harry miró su reloj. —Tenemos media hora, hay que apurarse... Gracias...

—Vamos, —dijo Louis, estirando su mano.

Los latidos del corazón de Harry se agolparon en su pecho al entrelazar sus dedos y caminar así. Recorrieron cuatro manzanas, y encontraron una casa, pero solo era para arriendo, no para venta. Volvieron al restaurant un poco desanimados, pero al día siguiente darían un recorrido por la parte de al frente, cruzando la avenida.

El resto del día pasó tranquilo, siempre con mucho trabajo, siempre con muchos clientes. La diferencia, es que antes de irse, Louis pasó a despedirse.

Tocó la puerta de la oficina, y Zayn lo hizo pasar, mientras le ponía caras a Liam, que estaba muerto de la risa. Pero Louis no tenía vergüenza. Sin miedo se acercó a Harry y le dio un fuerte abrazo, y frotó sutilmente sus mejillas.

—Hasta mañana Harry...

—Hasta mañana Louis...

Se miraron con tanta ternura, que Liam y Zayn no pudieron seguir riendo, y estaban emocionados murmurando palabras cursis.

Al día siguiente, Louis y Harry se juntaron a las once de la mañana y después de compartir un café en el departamento de Harry, salieron a hacer su recorrido. Para su sorpresa, encontraron tres casas en venta. El gran problema, es que estaban pidiendo un precio exorbitante por ellas, y si bien Harry entendía que era una inversión, no era sencillo llegar y pagar ese monto de dinero.

—¿Qué vas a hacer? —Preguntó Louis, al notar la desazón de Harry.

—No puedo hacer mucho, solo esperar. Y es algo que me molesta profundamente.

—Lo entiendo, pero como dices, no depende de ti. Estoy seguro de que esto se resolverá mejor de lo que piensas.

—Ojalá... Mejor volvamos al restaurant, ¿quieres tomar otro café?

—Hoy tengo ganas de un té... ¿Puedo prepararlo yo? Hace mucho frío, y este té es exactamente lo que necesitamos.

—Lo que tú quieras, —dijo suspirando y haciendo sonreír a Louis.

Al llegar al restaurant, entraron hasta la cocina y Louis de inmediato se puso su uniforme, mientras Harry lo miraba completamente absorto.

—¿Qué tanto me ves? —Preguntó, mientras ponía el agua a hervir y preparaba las tazas y otras cosas.

—Que eres tan... lindo... Digo no, o sea sí, pero...

—Tú eres lindo, —interrumpió, acercándose como ya era un ritual, a abrazar a Harry y a frotar sus mejillas.

—Amo que hagas esto, —susurró Harry, mientras acariciaba la espalda de Louis.

—Es mi parte favorita del día, sentirte cerca...

Se quedaron así, hasta que el agua estuvo lista, demasiado pronto para ellos.

Louis se separó y preparó un té con un poco de leche, a la que le había agregado azúcar rubia, canela y nuez moscada.

—Listo, —dijo entregándole una taza a Harry, y él quedándose con la otra. —Espero que te guste.

—No puede estar malo si su aroma es a... —Un recuerdo apareció en su cabeza. —Huele a hogar...

—¿También lo sientes? Es increíble, de verdad es maravilloso... Pruébalo.

Harry le dio el primer sorbo, y de inmediato cerró los ojos. —No tengo palabras... Es suave, cálido, no caliente, cálido... Parece que te abraza, es como cuando me abrazas...

Louis le regaló una de sus sonrisas más bonitas, de esas que hacían aparecer arruguitas al lado de sus bellos ojos.

—La próxima vez lo vamos a preparar juntos, así aprendes y cuando me extrañes lo puedes hacer y sentirme cerca...

—No me gusta pensar en ti lejos de mí...

—¿De verdad? ¿Tanto te atraigo? —Preguntó jugando.

—Eh, no, no es, sí es... No me hagas esto... Me siento como un tonto...

—No, no, no... Jamás quiero que te sientas de esa manera, porque no es verdad, no eres tonto... Solo me gusta jugar un poco, porque amo que te pongas nervioso, que pese a todo lo que nos conocemos sigas siendo incapaz de hablarme de corrido... Creo que te hace más adorable y tierno y me dan ganas de abrazarte y cuidarte...

—Es, tan... ¿Cómo decirlo?

—Dilo despacio, nadie te apura... —dijo Louis, acariciándole la mejilla.

—Soy un alfa, soy un hombre maduro, seguro de mí mismo, vivo para mi restaurant... Y todo eso se acabó el día que te conocí y me hace sentir inseguro, —explicó, una vez más, mirando al suelo.

—¿Esa misma inseguridad hace que no me mires cuando me hablas?

—Sí... es la manera que encontré para hablarte sin tartamudear... ¿Te molesta?

—Claro que no, solo lamento no poder tener siempre tus ojos frente a los míos. Me gusta saber qué provoco en ti, pero no me gusta que te sientas inseguro. No tienes por qué, por si no te has dado cuenta, te has convertido en el único y sabes que me gustas mucho.

—No quiero solo gustarte...

—Podría llegar a amarte, de eso no tengo dudas, pero siempre, queriéndote o amándote, me gustas, me gustas mucho. Para mí son cosas diferentes y es muy importante que las dos vayan de la mano.

Harry lo miró por algunos minutos, tratando de entender, hasta que lo hizo.

Iba a hablar, pero llegó Liam, acelerado.

—¿Pasa algo? —Preguntó Harry, un poco molesto de que interrumpieran su momento con Louis.

—Sí. Thom, el ayudante principal y James, uno de los nuevos practicantes, están enfermos y no vendrán hasta el lunes. Además, uno de los chicos que es mesero, tiene a su hija enferma y tampoco podrá llegar hoy.

—Entiendo. ¿Crees que necesites ayuda? Puedo llamar a Joshua o a Félix para pedirles que vengan por hoy.

—No, yo puedo sacar la cocina adelante.

—Confío en ti. Liam, voy a necesitar que hagas mi trabajo supervisando el servicio. Yo mismo voy a estar sirviendo los pedidos si es necesario, ¿puedes hacerlo?

—Lo que necesites. Zayn y Niall dijeron que también pueden garzonear.

Harry sonrió. Amaba a su equipo.

Y como siempre que existían esos inconvenientes, el restaurant recibió mucha gente. La hora de almuerzo fue un caos, pero lograron hacerlo bien. Harry había estado atento y alerta, pero Louis le demostró, una vez más, que era capaz de superar un día difícil, y eso solo hizo que su admiración por él creciera mucho.

La hora de la cena sería un reto más difícil que el almuerzo, y lo notaron cuando, en vez de empezar como cada día cerca de las seis de la tarde, empezó a las cinco, con un grupo de señoras muy ruidosas que tenían una reservación de hace dos semanas. Harry personalmente las atendió y tomó sus pedidos, y los llevó a la cocina. Eran diez pedidos de golpe, sin contar con la demás gente que empezaba a llegar.

Louis palideció, pero no se iba a dejar intimidar. Daba indicaciones a sus ayudantes mientras manejaba hábilmente las ollas y sartenes, pero en un momento no dieron abasto. Ahí fue cuando Harry se puso su uniforme y también a disposición de Louis y sus órdenes, quien pensó que esa noche debería pedirle a Harry que fueran novios, prometidos y todo lo demás. Era un alfa que no dejaba de sorprenderlo. Nunca vio a alguno que tuviera tanto nivel de humildad; en cualquier otro restaurant, a Louis le hubiesen gritado hasta que sacara los pedidos, pero Harry simplemente se unió a los ayudantes y su presencia les dio calma a todos.

Trabajaron esas casi cinco horas sin parar, mientras Zayn ayudaba a los meseros, y Liam se encargaba de que los clientes se sintieran cómodos y de que no esperaran más tiempo del necesario.

Al terminar el día, Harry los envió a todos a sus casas en taxi y con la promesa de un bono extra a fin de mes por su buen trabajo.

—Supongo que hoy me quedo contigo, ¿cierto? —Preguntó Louis, sin ningún rastro de coquetería.

—Claro que sí, vamos.

Cerraron y entraron al departamento.

—Sé que es tarde, pero ¿quieres un té? —Ofreció Harry.

—Sí, por favor... Necesito algo caliente en mi estómago.

—¿Vas a dormir así? ¿O te ofrezco alguna de mis ropas?

—Tu ropa, ya no aguanto estos pantalones... ¿Puedo bañarme antes de dormir? Sudé mucho.

—Puedes hacer lo que quieras, también me voy a dar una buena ducha y me voy a preparar un sencillo sándwich porque no he probado bocado desde el almuerzo.

—Tienes razón... Vi tanta comida hoy que olvidé comer.

—¿Te preparo un sándwich?

—Me estás consintiendo demasiado...

—¿Te gusta que lo haga? ¿O eres un omega tan seguro que no necesita mimos?

—No los necesito, pero me encanta que me cuides...

Harry se sonrojó y sonrió tímido. —Em, ¿lo hago? ¿Sientes que sí lo hago?

—Me cuidas mucho... Siempre...

—Yo, no soy, por lo general, no siempre, casi nunca, no es lo mío... No suelo ser preocupado a ese nivel con los demás, pero tú... Tú eres diferente, tú me provocas ganas de protegerte...

—Eres tan distinto a los alfas que conocí, tan especial, tan lindo... Quisiera estar siempre abrazándote, —dijo acercándose hasta apoyar su cabeza en el pecho de Harry. —Me gusta aquí, me gustan tus brazos, amo tu aroma a nuez moscada, amo el calor que siento al tenerte así.

—Es extraño, porque yo te envuelvo entre mis brazos, pero siento que eres tú quien me está cobijando y haciéndome sentir seguro... Jamás pensé que me podía sentir así...

Louis se permitió unos minutos más de mimos, antes de ir a bañarse. Apenas terminó, fue el turno de Harry y un tiempo después, estaban en su improvisada cena arriba de la cama. Les dolían los pies y simplemente querían relajarse antes de dormir. Eran pasadas las once de la noche, y el frío se sentía cada vez peor. Rápidamente se lavaron los dientes y Louis se metió adentro de las cobijas.

—Deja las tazas ahí, —pidió Louis. —Mañana las lavo, ven a acostarte, ¿sí?

—Voy, déjame revisar que cerré bien la oficina y vengo.

Menos de dos minutos se demoró, antes de acostarse temblando. Abrazó a Louis con fuerza, y escondió su cabeza en el cuello del omega, haciéndolo reír.

—¿No crees que esto es extraño? —Preguntó Harry.

—¿Qué cosa?

—¿Que pasemos la noche así, sin tener algo?

—Yo tengo algo contigo. Ahora, que no le ponga nombre aún es otra cosa.

—¿Tienes algo conmigo? No lo sabía... —dijo Harry, jugando.

Louis se alejó un poco, sin soltarse de los brazos de Harry que lo tenían firmemente sujetado por la cintura. —En realidad, no tengo algo contigo. Tenemos algo, los dos, y lamentablemente ya no puedes echarte hacia atrás. Tienes que seguir adelante con esto...

—Pero tú no me dejas besarte...

—¿De verdad quieres hacerlo? ¿Sabes que no hay retorno? —Murmuró, frotando sus mejillas una vez más y liberando su aroma.

—Desde que te vi la primera vez supe que no había retorno y lo que menos quise hacer fue arrancar, —susurró. —Congelas mis palabras y mi manera de actuar, y al mismo tiempo solo contigo he encontrado calor... No quiero caminar solo nunca más...

Louis se quedó petrificado, su aroma se volvió ligeramente dulce. Miró a Harry por varios segundos. —Es lo más precioso que escuché alguna vez... —Y por primera vez, Harry lo vio vulnerable, conmovido, con su mirada siempre tan segura, ahora por completo húmeda.

Se quedaron en silencio, mientras las manos de Harry no se quedaban quietas y acariciaban la cintura y la espalda de Louis en lentos y suaves vaivenes.

—¿Quieres dormir? —Preguntó Harry.

—No, —dijo en apenas un soplo de voz.

Cuando menos lo esperaba Harry, Louis se acercó peligrosamente, sin dejar de frotar sus mejillas, y un poco más. Pronto estaba acariciando sus labios con su boca, solo caricias tenues, solo toques suaves sin llegar a ser un beso. Y Harry lo entendió porque empezó a mover su cabeza despacio, al mismo compás en el que lo estaba llevando Louis.

Fueron minutos de agonía, de disfrutarse de una nueva manera, de acercarse, de conocerse. Así comenzó el sueño a ganarles la batalla, sutilmente, como en una nube, en un momento que solo era calma.

El amanecer fue especial, se sentían como si hubiesen entregado una parte de su ser al otro, como si algo hubieran construido. Se miraron felices, con tiernas sonrisas, abrazados, fundidos, moldeados.

—Buenos días, —murmuró Harry.

Louis solo lo miró y se aferró más aún. Con su cabeza escondida en el cuello de Harry, pudo hablar. —Buenos días... ¿Qué hora es?

—La siete y media, es temprano, ¿quieres desayunar?

—Más tarde, ¿sí? ¿Puedo tenerte un poco más?

—Tengo una reunión a las nueve, tenemos tiempo.

Louis acarició las mejillas de Harry, y Harry reaccionaba a su toque, delicadamente. Todo era sonrisas, todo era suavidad, todo era íntimo y deliciosamente frágil.

Las manos de Harry estaban obsesionadas con la cintura de Louis, pero la dejaron de lado para recorrer la espalda delicada de arriba hacia abajo, haciendo presión, apenas rasgando. Una dualidad que estaba matando a Harry, que lo tenía al borde de la locura y que estaba a punto de provocar un caos.

—No seas cruel, —murmuró Harry...

—No lo soy...

—Lo eres... No sabes cómo te deseo...

Louis tuvo que ahogar un pequeño gemido, Harry lo había sorprendido de la mejor manera posible.

—No, no lo sé... ¿Me quieres mostrar?

Harry lo miró casi con miedo, no quería descontrolarse, pero jamás sintió algo así, esa necesidad de tocar, de besar, de descubrir y descubrirse.

Miró por última vez a un ansioso Louis, y cerraron los ojos al mismo tiempo. Cuando iban a besarse, sonó el celular de Harry., rompiendo el momento y haciéndolos jadear.

—Lo siento, —murmuró, casi temblando. —¿Sí? ¿Quién habla? ¿Señor Rogers? Por supuesto, en media hora estoy en su casa, hasta luego.

—Parece que hay noticias... ¿Por qué tiene tu número?

—Al parecer sí. No tiene mi número, lo que pasa es que tengo el teléfono del restaurant anclado a mi celular en los horarios que no estamos atendiendo. Así no pierdo reservas. Entonces, si llamas al restaurant el día miércoles, por ejemplo, siempre te voy a contestar.

—No se te escapa nada... De verdad te admiro...

—Lamento haber perdido el momento... ¿Estás molesto?

—Por supuesto que no, es algo importante. Puedo preparar el desayuno para cuando vuelvas.

—Pensé que me ibas a acompañar.

—¿Quieres que lo haga? Creo que no es correcto, el señor Rogers no me conoce y puede molestarse.

—Tienes razón, ni siquiera sé para qué me llamó.

—Levántate y vístete, que la hora pasa rápido.

Harry en vez de hacerlo, se volvió a acurrucar en el cuello de Louis, haciéndolo reír. —No sé qué será de mí el día que pueda besarte y tenerte solo para mí...

—¿Te gustaría que llegara ese día?

—Me aterra pensar en eso... Estoy seguro de que besarte va a cambiar las cosas.

Louis sonrió. Definitivamente empezaba a sentir algo muy profundo por ese alfa especial que se volvía torpe en su presencia, conmoviéndolo y dándole vida.

—Ya levántate, has perdido casi diez minutos escondido en mi cuello.

—Eso jamás será perder el tiempo... Solo espero que de verdad haya buenas noticias.

—Estoy seguro de que así será.

Harry se levantó, se duchó y vistió. Cuando volvió a la habitación, Louis estaba haciendo la cama, mientras el agua ya estaba en el fuego.

—¿Qué te gustaría desayunar? —Preguntó mientras sacudía las almohadas.

—Tengo ganas de panqueques y fruta.

—Pero no tienes fruta, ya miré...

—Mmm, ¿podrías ir al restaurant? Iría yo, pero no alcanzo. O si prefieres paso a la vuelta.

—Yo voy.

Harry registró en uno de sus cajones, hasta que encontró lo que buscaba. —Toma, es un juego de llaves del restaurant y de la oficina.

—¿Estás seguro?

Harry lo miró sin entender. —¿Seguro de qué?

—De que no voy a hacer mal uso de ellas.

—¿Tú? ¿Mal uso? No sé de qué hablas.

—Podría entrar en cualquier momento de la noche y robarte todo, —explicó Louis, riendo.

—Insisto, ¿tú?

—Yo, —dijo Louis acercándose a abrazarlo.

—Si te llevas todo, y luego me abrazas así... Yo mismo te ayudo.

Louis rio, feliz. —Vamos, déjame en el restaurant.

—Vamos...

De la mano salieron, y Harry dejó a Louis en la puerta del restaurant, mientras él caminaba hacia la casa del señor Rogers.

Louis entró, y buscó en la cocina fresas, frambuesas, manzanas, y un poco de sirope de agave. Volvió al departamento y se dedicó a preparar los panqueques. Hizo las manzanas asadas y las dejó entibiar. Había armado los dos platos, y estaba sirviendo el té con leche, canela y nuez moscada, cuando Harry volvió.

—Hola... ¿Cómo te fue?

—Demasiado bien... No entiendo cómo pasó... —contestó Harry, aún sin poder reaccionar.

—Ven, siéntate y me cuentas, —pidió Louis, colocando las tazas y platos en la pequeña mesa.

—Cuando llegué, el señor Rogers me estaba esperando en la puerta, con una gran sonrisa. Me dijo sin rodeos que me vendería su casa.

—¿Cómo así?

—Tal como suena. Me dijo que sus hijos, que viven en las afueras de Londres, se lo quieren llevar para tenerlo más cerca, y que es algo que le hace mucha ilusión, porque está aburrido de tanto ruido y tanta gente.

—¿En serio? Eso es... increíble, ¿y te dijo cuándo o en cuánto?

—El precio es muy bueno, y lo acepté. Me dijo que como sabía que iba a comprarla, su abogado me contactaría dentro del día porque quería dejar todo listo antes del fin de semana.

Louis ni siquiera podía comer del asombro. —Sabía que todo iba a estar bien, pero me sorprende que seatanbien.

—Imagínate yo... No entiendo nada, pero estoy muy feliz. O no, es decir, sé que es la mejor solución, pero no es menor comprar una casa.

—Lo sé, creo que no lo pensé cuando te di la idea, lo siento.

—No tienes que disculparte, creo que soy bastante independiente como para tomar mis propias decisiones, ¿o no? —Preguntó coqueto.

—Mmm, no lo sé... —Se acercó sin dudar. —¿Eres un hombre decidido y seguro? —Preguntó mirando los labios de Harry, haciéndolo temblar.

—Em, yo, ¿yo?, no sé, sí, puede ser, ¿cuál era la pregunta?

Harry solo esperaba el momento para poder atacar la boca de Louis de una buena vez, pero el destino no quería darle la oportunidad. Pasó a llevar, sin querer, los platos, que se rompieron en mil pedazos, causando un gran estruendo y la risa hermosa de Louis.

—Déjame limpiar, —ofreció.

—No, —dijo Harry, molesto, muy molesto. —Yo lo hago, por favor ten cuidado, no quiero que te cortes.

Louis estuvo a punto de desmayarse. Era un omega muy seguro, es verdad, y amaba provocar todas esas cosas extrañas en Harry, pero verlo o escucharlo en modo posesivo lo hacía temblar.

—Claro que no. Sal de ahí, voy a barrer.

—No, te pedí que tuvieras cuidado.

—Harry, ¿por qué te comportas así?

—Porque no quiero que te pase algo por mi estupidez. Hazme caso, ¿sí?

—Harry...

—¿Por favor?

—Harry...

—¿Qué?

Louis lo besó.

Further Recommendations

catherine: Lecture captivante, très bien écrit !

Kasie: I love everything about this story!

Terye: I am enjoying this book.A great deal.The author has a good plot and it is well written with very few grammatical mistakes

Nastja87: Echt Mega geschrieben🫶 weiter so!

Sandra: Sehr gut geschrieben. Vor allem die lustigen Stellen waren toll.

Tessa: I like the difference between the twins personality

A: Ich habe die Geschichte in einem Rutsch gelesen. Aber wie geht es weiter. Wer ist der Vater und was bedeutet die Markierung.

Kelly: Congratulations your story was really great and amazing.

More Recommendations

Zinhle: It's fast paced and thrilling all in all its an awesome book 😍🤩

Jawneh : Great story... I'm looking forward to reading your next book... Young adults will surely love this story.

AwkwardAdd64: I've enjoyed the character and the settings. I would like to see some things filled out a little more. A little more showing than a little less telling. There are some language confusions which is understandable with English being a second language. One that keeps cropping up is that the word liv...

Grenadine : Histoire prenante mais beaucoup de fautes de grammaire principalement

A: Ich liebe die Geschichte und bin auf die Fortsetzung gespannt

QueenWiebke: .....ein sehr lustiges und aufregedes 1. Buch der Saga! 🤗 Hab zwischenzeitlich echt abgefeiert vor Lachen......und fand es süß, wie sich nicht getraut, sie anzusprechen! 🤭😏 Freu mich schon auf Band 2! ☺️

About Us

Inkitt is the world’s first reader-powered publisher, providing a platform to discover hidden talents and turn them into globally successful authors. Write captivating stories, read enchanting novels, and we’ll publish the books our readers love most on our sister app, GALATEA and other formats.