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Jungkook estaba sentado en una de las mesas del fondo del bar con un par de amigos que había conocido en ese mismo local meses atrás y con los que tenía en común su pasión por las motos. De pronto vio entrar en el bar a un chico divino y ya no pudo apartar la mirada de él.
Ese chico parecía un sueño erótico hecho realidad. Tenía un cuerpo increíble, con unas curvas de ensueño, y una cara preciosa. Lo vio caminar hacia la barra y sentarse en uno de los taburetes altos. Llevaba un traje de cuero negro, muy ceñido, que se adhería a sus fantásticas curvas como si fuera su propia piel, y unos botines negros acorde con su vestimenta.
Jungkook se sintió muy atraído por él. Era la primera vez que se sentía así por un chico. Estaba pensando cuál sería la forma más adecuada de acercarse a él, porque quería follárselo, a ser posible esa noche, y no quería que lo rechazara. Lo contemplaba desde su mesa, intentando seguir la conversación de sus amigos que, desde que había aparecido en el local, había dejado de interesarle.
El chico pidió una bebida, y el camarero se la colocó delante dos minutos después. Jungkook vio a un hombre que se le acercó, pero él le dijo algo y él hombre se retiró.
Sin duda lo ha rechazado, pensó Jungkook.
Poco después se acercó otro, a quien despachó, simplemente, con una mirada.
Vaya, ese chico va a ser difícil, pensó de nuevo sonriendo, porque a él, raramente se le resistía una persona, hombre o mujer.
Sus amigos se marcharon. Eran casi las once de la noche y Jungkook pensó que ese chico se marcharía pronto también.
¿A qué habrá venido a este bar, y además solo?, se preguntó.
Y mientras se lo preguntaba, vio que el giró el taburete, en el que estaba sentado, para poder observar el local.
—Vaya —dijo Jungkook al comprobar que él estaba mirando a los hombres que había de pie cerca de la barra. Y supo que estaba buscando compañía para esa noche.
Al no llamarle la atención ninguno de los hombres que había a su alrededor, el chico empezó a escanear las mesas. Jungkook cogió su copa, corrió la silla un poco hacia atrás, y cruzó las piernas, colocando el tobillo de una sobre la rodilla de la otra, como si estuviera completamente relajado.
La mirada de Jimin lo encontró, y se dio cuenta de que lo estaba observando.
Ese es el hombre indicado, pensó Jimin, sin apartar la mirada de la de él.
Estuvieron mirándose unos minutos. Sin duda, ambos esperando que el otro diera el primer paso.
Cuando Jungkook comprendió que él no haría ningún movimiento por acercarse, se levantó y caminó hacia la barra, con esa clase de decisión que se convierte en un arma letal para un chico. Jungkook llevaba un vaquero negro bastante desgastado, una camiseta del mismo color, botas y en la mano sostenía una cazadora de cuero negro.
—Hola —dijo él, colocándose a su lado, de espaldas a la barra.
Si de lejos ese hombre le había parecido interesante a Jimin, de cerca, su atractivo era imponente. Su pelo era oscuro y lo llevaba despeinado, lo que le daba un aspecto informal. Tenía un rostro de infarto, pero lo que más llamó la atención de Jimin fueron sus ojos. O más bien, la forma tan intensa en que lo miraba, con esos ojos verdes que hicieron que el corazón se le saltara un latido. Era más alto de lo que pensaba. Jimin deslizó la mirada por su cuerpo. La camiseta se ceñía a sus pectorales de una manera deliciosa.
—Hola —dijo Jimin.
—¿Te gusta lo que ves? —preguntó él, al darse cuenta del exhaustivo repaso que le había dado.
—No está mal.
—¿Qué bebes?
—Whisky.
—¿Puedo invitarte a otro?
—No, pero puedes pagar este —dijo sonriéndole.
—Me preguntaba si llevabas dinero para pagar la copa, porque he visto que no llevas bolso y, en ese traje tan ceñido, no creo que pudieras guardar la cartera.
—Cuando voy de incógnito no llevo bolso —dijo el con una pícara sonrisa—. Pero sí llevo las llaves de casa y la tarjeta del banco.
—Me pregunto dónde podrías llevarlas —dijo él sonriendo y mirando la cremallera del traje, que llevaba abierta hasta mostrar la parte superior de su torso.
—Soy P.
—¿ PJ ? —repitió él, volviendo a sonreír—. Yo JJ.
—¿JJ ?
—Si tu nombre es una inicial, ¿por qué no puede ser el mío unas también? —dijo Jungkook pagando la copa.
—¿Tú también vas de incógnito?
—No, yo no tengo necesidad de esconderme, pero haré como tú. Iremos los dos de incógnito.
—Gracias por la copa.
—Ha sido un placer invitarte. ¿Has venido en coche?
Jimin lo miró, levantando las cejas.
—Perdona... Supongo que la marca y la matrícula de un vehículo serían demasiada información..., para ir de incógnito.
—Exacto. He venido en taxi.
—¿Te apetece que pasemos un rato juntos?
—Depende de lo que quieras hacer en ese rato.
—Yo no hago ascos a nada, en cuanto a sexo se refiere.
—A mí me gusta hacerlo fuerte.
—No hay problema. A mí me gusta hacerlo de cualquier forma. Yo no vivo solo, ¿vamos a tu casa?
—¿Estás casado?
—No, mi hermana vive conmigo.
—De todas formas, no habría ido a tu casa. Prefiero un hotel. No quiero que sepamos donde vivimos.
—¿Tienes miedo de que desees ir a mi casa para follar de nuevo después de esta noche?
—No. Yo nunca me acuesto con un hombre una segunda vez. Al igual que no me quedo a pasar la noche con nadie.
—Tenemos eso en común, yo tampoco me quedo a dormir con ninguna persona.
—Lo que quiero decir es que no quiero saber nada de ti ni que tú sepas nada de mí.
—De acuerdo, iremos a un hotel. La verdad es que no sé por qué he dicho de ir a tu casa si yo nunca voy a casa de nadie. ¿Tienes problema de ir en moto?
—¿Crees que puedo subir en moto con este traje?
—Es lo suficientemente cómodo para que puedas sentarte, y puedes moldearlo un poco más, si es necesario.
—En ese caso no hay problema.
—Kent, ¿puedes darme el casco? —dijo Jungkook poniéndose la cazadora.
—Claro —dijo el camarero dejándolo sobre la barra.
—Reservaré una habitación —dijo Jungkook sacando el móvil del bolsillo de la chaqueta.
—Iré al baño mientras llamas —dijo Jimin alejándose.
Jungkook le echó un buen vistazo por detrás.
—¿Nos vamos? —preguntó Jungkook cuando el volvió unos minutos después.
—Sí.
Salieron del local.
—¿Tienes un casco para mí?
—No, pero el hotel está muy cerca de aquí.
—Si nos coge la policía tendrás un problema.
—Lo solucionaré, si se da el caso —dijo él cuando llegaron a la moto.
Jungkook se subió y la puso en marcha. Jimin se subió detrás de él. Jungkook le pasó una mano por el muslo, acariciándolo y Jimin sintió que un estremecimiento le recorría el cuerpo.
—Sujétate a mí.
Jimin le rodeó la cintura con los brazos y colocó las manos sobre sus abdominales, que notó duros y bien definidos.
Cuando entraron en el aparcamiento del hotel, Jimin se sorprendió al ver que tenía cinco estrellas, pero no dijo nada, por supuesto.
Jungkook lo cogió de la mano cuando entraron en el lujoso hotel y Jimin se tensó por el contacto. Se acercaron a recepción y el se alejó hasta un expositor donde había diferentes folletos, para darle privacidad y no escuchar su nombre.
—Vamos, precioso —dijo él acercándose a Jimin—. Es la habitación 909, está en la última planta.
Nada más entrar en el ascensor, Jungkook lo empotró, literalmente, contra la pared de madera y se abalanzó sobre su boca. Jimin le devolvió el beso, aunque no muy entregado, pero restregándose contra las caderas de él.
Poco a poco, aquel beso fue transformando el cerebro de Jimin en gelatina. Todo lo que había a su alrededor desapareció, excepto aquel hombre y su boca, que estaba consiguiendo que su cuerpo ardiera.
Se separaron cuando sonó el pitido de llegada a la planta. Salieron del ascensor y caminaron hasta la habitación. Jungkook abrió la puerta y lo dejó pasar delante. Luego entró él y cerró la puerta con el pie, mientras lo cogía de la mano para que no se alejara. Le dio la vuelta y lo puso contra la pared. Metió los dedos entre sus cabellos y le devoró la boca de nuevo.
—Desde que me acerqué a la barra del bar y te miré la boca tenía unas ganas locas de besarte.
Jungkook lo besó de nuevo y empezó a chuparle el cuello mientras Jimin volvía a restregarse contra él, desesperado.
Jungkook se quitó la cazadora y la lanzó sobre una de los sillones. La camiseta se tensaba sobre sus hombros marcando sus pectorales. A continuación, le bajó la cremallera del traje y lo abrió. Jimin no llevaba ropa interior y todo el cuerpo apareció ante él.
—¡Dios mío! Es un crimen que el traje cubra todo esto. Tienes un cuerpo precioso—dijo acariciándolo suavemente con las yemas de los dedos.
Jungkook deslizó los labios hasta uno de sus pezones chupándolo mientras con la mano pellizcaba el otro. Los dos estaban excitados. Jimin se sobresaltó cuando una tromba de sensaciones lo invadió, recorriéndolo por entero.
—Quítate esto —dijo el subiéndole la camiseta.
Él se la sacó por la cabeza y la echó sobre la cazadora.
—Desde luego, no estás nada mal —dijo Jimin mirándole el torso desnudo.
Jungkook le bajó el traje por completo y Jimin se lo sacó del todo con los pies. Él se echó un poco hacia atrás para mirarlo.
—¡Joder! Tienes un cuerpo fantástico.
—Gracias —dijo Jimin desabrochándole los botones del vaquero y metiendo la mano en su interior para acariciarle la polla—. Supongo que tendrás condones.
—Supones bien.
—Pues ponte uno, porque quiero tener tu verga dentro de mí, ya.
Jungkook cogió un condón del bolsillo trasero del vaquero y lo sostuvo entre los dientes, mientras se bajaba el pantalón. Luego se lo puso. Al tiempo que él lo hacía, Jimin deslizó dos dedos por sus piernas y los pies se le enroscaron de la emoción.
Jungkook pasó los dedos entre sus pliegues y metió uno en su interior para ver si estaba húmedo. Y sí, lo estaba.
—Rodéame con las piernas —dijo elevándolo—. Me muero por estar dentro de ti.
Jungkook lo penetró con una sola estocada, llegando a lo más profundo de su ser. Y Jimin soltó un gemido de placer. Él se quedó sin moverse en su interior.
—Has dicho que te gusta follar fuerte.
—Sí.
Jungkook comenzó a embestirlo con acometidas brutales, mientras Jimin se aferraba a sus fuertes bíceps, gimiendo con cada una de ellas.
—¡Sí, así! ¡Más fuerte!
—¡Oh, Dios! No sabes cuanto me gusta follar contigo.
—¡Más deprisa! Por favor…
Jungkook acató sus órdenes y aceleró las embestidas, llegando hasta lo más profundo. Poco después, Jimin empezó a jadear. Jungkook seguía con estocadas demoledoras, que lo estaban llevando al abismo, donde se encontraba Jimin en esos momentos. Cuando las convulsiones lo alcanzaron, Jimin hundió el rostro en el cuello de él, abrazándolo. El clímax lo invadió y un orgasmo desolador se extendió por su interior.
Los espasmos de las paredes internas estrujaban la verga de Jungkook, y el orgasmo subió por su espalda como un rayo, y Jungkook ya no pudo aguantar más. Después de dos estocadas bestiales, se clavó en su interior deteniéndose y dejándose llevar.
—¡ Maldita sea! —dijo él mordiéndolo en el cuello y haciendo que Jimin gritara—. Este ha sido el mejor polvo de mi vida.
Permanecieron abrazados, mientras sus respiraciones se calmaban.
—Me has mordido en el cuello —le dijo Jimin al oído.
—Lo siento.
—Yo no lo siento. Me ha excitado. Apuesto a que me quedará marca.
—¿Te gusta que los hombres te marquen?
—Nunca me han mordido. Pero tú lo has hecho en el momento preciso.
Jungkook salió de su interior y le bajó las piernas.
—Yo nunca había marcado a ninguna persona. ¿Por qué te gusta follar fuerte? —preguntó él mientras se sacaba el condón y se subía el bóxer y el pantalón de cualquier manera.
—No quiero que sepamos nada el uno del otro.
—Que contestes a mi pregunta no va a desvelar tu identidad —dijo él acercándose a la papelera para tirar el condón. Luego se apoyó en el escritorio que estaba al lado.
Jimin le miró el pantalón, que tenía desabrochado y algo se removió en su interior.
—No sé por qué me gusta. Supongo que porque todos los hombres con los que he estado me han follado de esa forma.
—¿Todos?
—Sí —dijo Jimin caminando hasta la cama y sentándose en el borde.
—Entonces, ¿buscas sexo duro por costumbre? ¿porque no conoces otra cosa?
Jimin no le dijo que varios años atrás había estado con alguien que sí le había hecho el amor, su novio, pero no quería pensar en ese cabrón.
—Es posible…, pero me gusta. Hace unos meses estuve con un hombre que me hizo el amor. A mí —dijo Jimin sonriéndole, como si hubiera dicho la cosa más insólita que se pudiera nombrar—. Casi me muero de risa mientras lo hacíamos. Pero pude reprimirme y le dejé seguir. Era amable y educado y no quise que se sintiera mal. Desde entonces, siempre dejo las cosas claras antes.
—¿No sentiste nada con él?
—Fingí el orgasmo. Con eso te lo digo todo.
—Pero sabes que el sexo es cosa de dos. A mí no me importa follar contigo de la forma que te gusta, y puedes estar seguro de que lo haré y me ocuparé de que disfrutes. Pero también tienes que tener en cuenta mi opinión. A mí me gusta disfrutar del sexo, en todas las versiones. Empezando por los besos.
—Supongo que lo dices porque has notado que besar no es lo mío.
—Sí, lo he notado. Y no quiero decir que me haya disgustado la forma en que me has besado, es solo que… se nota que no te entregas.
—Nadie se ha entretenido demasiado en besarme.
—¿Qué me dices de los preliminares?
—No los necesito.
—¿Tampoco se ha entretenido en ello ninguno de tus amantes?
—No. Supongo que ellos tampoco lo necesitaban.
—En ese caso, yo seré el primero. ¿Estás de acuerdo?
—Me gusta como follas. Así que, como bien has dicho, el sexo es cosa de dos. Estoy de acuerdo. Hazlo y acabemos de una vez con esto.
Jungkook mostró una ligera sonrisa.
—Eso jamás deberías decírselo a un hombre. Cuanto más despacio vaya, más disfrutarás tú.
—Pues adelante. Estoy ansioso —dijo Jimin con sarcasmo.
Él volvió a sonreír.
—Otra cosa. No quiero que finjas los orgasmos conmigo.
—¿Orgasmos? ¿En plural? —dijo Jimin riendo.
—Quien sabe. Tal vez descubras que, después de todo, te gusta que te exciten sin penetrarte.
—Lo dudo —dijo Jimin sonriendo—, pero puedes intentarlo.
—Lo comprobaremos a partir de ya. Échate en la cama. Voy a besar cada centímetro de tu piel —dijo él acercándose a Jimin.
—Parece que estabas seguro de que esta noche follarías —dijo al ver que él dejaba unos cuantos condones sobre la mesita de noche.
Jungkook lo miró y le guiñó un ojo.
Jimin se quitó los botines y los calcetines y echó la colcha a los pies de la cama. Luego se subió a ella para acostarse en el centro.
—Espero que merezca la pena, al menos para ti.
—Puedes estar seguro de que la merecerá —dijo él desnudándose y subiendo a la cama.
—¿Sabes que tú tampoco estás nada mal? La verdad es que tienes un cuerpo impresionante.
—Me alegro de que te guste —dijo él sentándose a horcajadas sobre sus caderas—. Me gusta el color de tus ojos. Ese tono gris me recuerda a las tormentas.
—¿Te gustan las tormentas? Perdona —dijo Jimin al darse cuenta de que le había hecho una pregunta personal.
—Me gustan las tormentas eléctricas, si las contemplo desde casa. Y tus ojos me recuerdan a ellas —dijo él ignorando su disculpa.
Jungkook le acarició los pezones, que se pusieron duros con el contacto. Subió las manos para acariciarle el rostro. Perfiló sus cejas con las yemas de los dedos y luego los deslizó por su frente, por sus pómulos y, por último, acarició sus labios, dibujándolos con suavidad. Se inclinó sobre Jimin y los lamió una y otra vez, hasta que Jimin los entreabrió y él metió la lengua entre ellos. Empezó a besarlo de forma relajada, hasta que el beso se descontroló.
Jimin intentaba no corresponderle con demasiado interés, pero Jungkook le estaba devorando la boca y mordiéndole los labios, y el empezó a sentir un cosquilleo en el estómago que lo obligó a rodearle el cuello con los brazos y devorarlo a su vez.
Estuvieron besándose mucho tiempo. Jungkook se apartó de su boca con la respiración entrecortada. A Jimin le faltaba aire en los pulmones y estaba muy húmedo.
—Aunque no te guste besar, tengo que reconocer que lo haces bien.
—Cuando hago algo me gusta hacerlo bien, aunque no me guste.
—¿Qué es lo que no te ha gustado? ¿Besarme? ¿Qué te bese? ¿O el beso en sí?
—No he dicho que no me haya gustado. De hecho, a ti se te da muy bien besar.
Jungkook le miró el cuello.
—Tenías razón, te ha quedado una marca —dijo inclinándose para lamer el ligero hematoma que le había causado su mordisco.
—No importa, ese polvo bien lo ha merecido.
Jungkook empezó a darle besos por el cuello. Deslizó sus labios hasta su hombro, besando cada centímetro de su piel.
Jimin se sentía inquieto, porque era la primera vez que su cuerpo se había estremecido por el simple hecho de que un tío le rozara la piel con los labios o la lengua.
Jungkook le colocó las manos por encima de la cabeza, sujetándolas con las suyas y empezó a lamerle y a mordisquearle la piel de la cara interna de los brazos, y Jimin dio un respingo. Le acarició las axilas con la lengua, primero una y luego la otra, y fue bajando por sus costados, dándole pequeños mordiscos en las caderas.
La respiración de Jimin estaba agitada y él sonrió. Jungkook subió de nuevo a su boca y lo besó lentamente, con suavidad, y Jimin le devolvió el beso de la misma forma. Él se apartó de su boca con un gemido y deslizó los labios por el cuello de él, bajando por su tórax, hasta detenerse en uno de sus pezones. Lo mordisqueó con suavidad y luego lo lamió.
Jimin se estremeció al sentir esa caricia húmeda. Su vientre se tensó y se arqueó hacia él, deseando que su lengua no se apartara. Jungkook volvió a gemir. Se metió el pezón en la boca y lo chupó mientras pellizcaba el otro con los dedos. Entonces fue Jimin quien gimió, removiéndose debajo de él, porque se encontraba muy húmedo y necesitaba tenerlo en su interior. Pero él no se inmutó. Siguió con lo que estaba haciendo hasta que se sintió satisfecho y bajó hasta sus piernas.
Los dos permanecían en silencio. Sólo se escuchaban los gemidos que ambos soltaban de vez en cuando y sus respiraciones agitadas. Jungkook estuvo largos minutos acariciándole los pies, las piernas y los muslos.
—Me encantan tus piernas —dijo él mirándolo.
La expresión del rostro de Jimin mostraba aturdimiento y Jungkook se sintió satisfecho por lo que estaba haciéndolo sentir. Le separó las piernas y se inclinó para acariciarle los muslos y la parte interna de los mismos. Jimin notó el roce de su incipiente barba sobre su tierna piel y se sintió desconcertado por lo mucho que ese simple roce le estaba afectando. Elevó las caderas porque, de pronto, deseó tener la boca de ese hombre entre sus piernas, en su centro del placer.
Jungkook empezó a mordisquearle la suave piel y Jimin levantó de nuevo las caderas. Y entonces, él le rodeó los muslos con los brazos, separándolos, y bajó el rostro hasta su sexo. Lo acarició de arriba abajo y Jimin se tensó, con la respiración alterada. Jungkook comenzó a pasar la lengua por sus pliegues, una y otra vez, sin rozar su núcleo, donde más lo necesitaba. Le mordisqueaba la piel de la vulva haciendo que pequeños gemidos escaparan de sus labios.
Jungkook lo penetró con la lengua y levantó las caderas por tercera vez. Empezó a sentirse descontrolado. Bajó sus manos para enredar sus dedos entre los cabellos de él, sujetándole la cabeza para que no se apartara. Jungkook sonrió. Entonces deslizó la lengua hasta su clítoris y empezó a rodearlo con la punta, sin rozarlo. Abrió sus labios con los dedos y empezó a lamerlo suavemente, apenas rozándolo, y de los labios de Jimin salió un jadeo de placer. Pasó la punta de la lengua por su clítoris, con un leve roce que lo hizo dar un grito. Oyó la respiración de Jimin mucho más agitada. Y entonces, sí se ocupó a fondo de su centro del placer. Comenzó a chuparlo y a mordisquearlo.
Jimin se removía debajo de él, inquieto, deseando llegar al orgasmo que estaba formándose en su interior. Jungkook metió dos dedos en su entrada, sin apartar la boca de su clítoris, entrando y saliendo de él.
Jimin no podía dejar de gemir, sintiendo la boca de él en la humedad de su sexo. Jungkook deslizaba su lengua con maestría mientras Jimin gemía y jadeaba, totalmente abrumado por lo que estaba experimentando. Las oleadas de placer crecían imparables y Jimin se sujetaba con fuerza a la sábana, intentando aferrarse a algo.
Jungkook notó cómo las paredes internas le presionaban los dedos. Chupó el clítoris con ansia hasta que Jimin empezó a jadear y soltó un grito cuando el orgasmo lo arrolló, dejándolo desolado. Se sentía más aturdido que en toda su vida. ¡Se había corrido sin penetración!
Jungkook sacó los dedos de su interior. Se incorporó, quedando de rodillas entre sus piernas, y lo miró, mientras se llevaba a la boca los dos dedos que lo habían penetrado, para chuparlos.
—Estás delicioso.
Era la primera vez que un hombre hacía algo así ante sus narices, y eso lo excitó de nuevo.
—No oigo que te quejes y, por tus gemidos y jadeos, parece que no te han desagradado los preliminares.
—Me has dejado aturdido. Y me ha encantado todo lo que he sentido —dijo Jimin sonriéndole.
—Sí, ya lo he notado. Tu orgasmo ha sido una buena prueba de ello.
—Al principio estaba preocupado porque no sabía si tendría que fingir. Te estabas tomando tanto interés con lo que tenías entre manos… Es la primera vez que me corro sin penetración.
—Me alegro de haberlo conseguido yo, aunque no he tenido que esforzarme demasiado que digamos.
Jungkook se echó sobre el para besarlo, y esa vez, Jimin le correspondió sin guardarse nada. Le rodeó el cuello y lo besó con desenfreno.
Después de un buen rato de estar besándose, Jungkook se incorporó. Cogió un condón de la mesita de noche y se lo puso. Jimin no apartó la mirada de sus ojos mientras lo hacía. Jungkook le separó las piernas y se colocó entre ellas. Introdujo un dedo en su sexo para asegurarse de que estaba húmedo. No estaba solo húmedo, estaba empapado. Sus flujos se deslizaban por su entrepierna y él no pudo evitar inclinarse para lamerlos.
Jungkook cogió la verga en su mano para dirigirla y lo penetró suavemente, llegando hasta el fondo. Y Jimin suspiró de placer al tenerlo en su interior.
Empezó a moverse despacio, sin apartar la vista de los ojos de Jimin. Entraba una y otra vez, a un ritmo controlado. Cuando Jimin empezó a gemir, él salió de su interior y se echó sobre el para besarlo, sonriendo al escuchar su protesta por haber sacado la polla de su interior.
—No te preocupes, precioso. Mi polla volverá a estar dentro de ti en un instante. Es que necesitaba besarte de nuevo. Además, esto es demasiado bueno para correrme tan pronto, y estaba a punto.
Jungkook volvió a besarlo y Jimin se sintió aturdido porque le devolvió el beso de manera desesperada, como si lo necesitara.
¿Ahora me gustan los besos?, se preguntó Jimin desconcertado.
Jungkook volvió a penetrarlo. La polla estaba dura como una piedra y tenía unas ganas locas de correrse. Deseaba follarlo fuerte, como Jimin le había dicho que le gustaba. Pero quería demostrarle que follar de una manera pausada también era bueno. Y parecía que Jimin empezaba a aceptarlo y le agradaba. Sus gemidos lo corroboraban.
Jungkook cambió el ritmo de las acometidas. Entraba en el suavemente hasta el fondo y luego salía casi por completo para volver a penetrarlo hasta la empuñadura.
Jimin seguía aturdido. Algo le sucedía con ese hombre. Se sentía desolado por el placer que le estaba proporcionando. Y lo que estaba sintiendo era tan bueno que, a pesar de que deseaba correrse, no quería hacerlo. Quería estar así toda la noche, dejando que lo follara de esa forma tan suave, que estaba arrasando con todo en su interior. Sabía que el clímax estaba cerca y quería retrasarlo.
—¿Puedes besarme?
—Será un placer —dijo él mirándolo con una tierna sonrisa.
Jungkook se echó sobre él, sin sacar la polla de su interior. Apoyó los antebrazos a ambos lados de Jimin para no aplastarlo. Jugueteó con sus labios, lamiéndolos, tentándolo, pero sin darle lo que quería. Hasta que Jimin metió los dedos entre su pelo para acercarlo más y lo besó. Lo besó de tal forma que Jungkook gimió y soltó un gruñido. Fue él quien tuvo que apartarse de su boca poco después, porque se estaba ahogando por falta de aire. Jimin lo miró a los ojos y se perdió en esos iris verdes, que ahora estaban oscuros.
—Pensaba que no te gustaba besar —dijo él sonriendo.
—Ahora sí me gusta. Y he de admitir que me gusta muchísimo. Creo que podría correrme únicamente besándote, si le dedicara un poco más de tiempo.
—Me alegro, porque a mí me encanta besarte. ¡Joder! Besas de puta madre. Y no puedes imaginar cuánto me gusta follar contigo.
Jungkook estaba a punto de correrse, a pesar de que no se estaba moviendo, porque ese beso lo había llevado casi a lo más alto.
—Cielo, voy a follarte, porque no aguanto más, y me gustaría que tú te corrieras antes, ¿de acuerdo?
—Vale —dijo Jimin sonriéndole.
Jungkook empezó a moverse de nuevo, lentamente, pero aumentando el ritmo poco a poco. Estaba intentando pensar en otra cosa para relajarse, pero el rostro de ese chico lo tenía obnubilado. Tenía el pelo enredado y revuelto, los labios rojos e hinchados por los besos que habían compartido y las mejillas encendidas por el placer. Y pensó que era la persona más preciosa que había visto en mucho tiempo. Siguió embistiéndolo, cada vez más rápido, cada vez más fuerte. Jimin empezó a gemir. Le rodeó la cintura con las piernas para que entrara en el más profundamente y empezó a acariciarle la espalda, para acabar cogiéndolo fuertemente de las nalgas, cuando las convulsiones del orgasmo lo alcanzaron. Jungkook sintió cómo los músculos internos le estrujaban la polla.
—¡Dios mío! ¡ J! —gritó Jimin mientras se corría.
Jungkook bajó un poco el ritmo, con mucho esfuerzo, para que Jimin saboreara su orgasmo y entonces dio dos empellones salvajes y profundos y se detuvo en su interior dejándose llevar. Se derrumbó sobre Jimin escondiendo el rostro en su cuello.
—Tu sexo es fantástico —le dijo él al oído.
—Supongo que eso es un cumplido.
—Un cumplido muy grande. Creo que ha sido la vez que más placer he sentido en toda mi vida —dijo incorporándose para mirarlo.
Jimin le dedicó una sonrisa que transformó por completo la expresión de su rostro, iluminándolo. Una sonrisa que fue directa a la entrepierna de Jungkook, dejándolo aturdido. ¿Pero qué mierda?, se preguntó sorprendido por su reacción a una simple sonrisa de ese chico.
—Yo no puedo asegurar que haya sido el mejor polvo de mi vida — dijo Jimin acariciándole los hombros y los bíceps—, pero, inesperadamente, me ha gustado muchísimo. Pensé que no podría sentir placer follando… de esa forma. Y, sobre todo, no pensé que pudiera correrme.
—Eres un chico muy receptivo y muy ardiente. Te aseguro que sentirás placer en cualquiera de las formas que te ofrezca el sexo.
—¿Hemos terminado ya?
—Ni por asomo —dijo él saliendo de su interior y quitándose el condón—. A mí también me gusta el sexo fuerte y voy a disfrutarlo contigo.
—¿Te apetece una copa? —preguntó Jimin cuando él se levantó de la cama para ir a tirar el condón.
—Sí, un whisky estaría bien. Y luego voy a comerte el coño a conciencia —dijo siguiéndolo al salón y sentándose en el sofá.
—Eso suena muy bien —dijo Jimin poco después dándole el vaso y sentándose en el brazo del sofá.
Jungkook lo observó, como había hecho unos minutos atrás. Tenía un aspecto desaliñado, el maquillaje estaba hecho un desastre, el pelo parecía un nido de pájaros y tenía los labios muy hinchados. Y lo encontró tan atractivo y tan sexy, que se moría de ganar por follarlo de nuevo.
—Termínate pronto la copa —dijo Jungkook bebiéndose el whisky en dos tragos.
—¿Tienes prisa por marcharte?
—Ninguna. Pero quiero hacer muchas cosas contigo y no tenemos mucho tiempo.
Jimin se llevó el vaso a los labios y se bebió el contenido hasta el final.